Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
779 En el caso de Juan Egaña, que estudió en colegios de Lima y en la Universidad de San Marcos, Domingo Amunátegui Solar parece va- lorar el estado cultural virreinal en la época colonial, lo cual marca cierta distancia con las apreciaciones que de la educación colonial se hacía su padre. La tesis de Domingo Amunátegui Solar sobre Manuel de Salas una de las más destacables del volumen. Aunque entiende que Manuel de Salas no fue en propiedad un “literato”, defiende la idea que las com- posiciones de Manuel de Salas hicieron “beneficencia a la humanidad en forma real y positiva”. 204 Y es que cada uno de los escritos de Ma- nuel de Salas: dio origen en nuestro país a una gran institución benéfica, como el hospicio, la Academia de matemáticas, la Biblioteca, el Instituto Nacional; o a una reforma de trascendencia política, como la abo- lición de la esclavitud, la rehabilitación de los criminales, o a una obra pública de utilidad indiscutible, verbigracia, el malecón del Mapocho y la explotación de las minas; o a industrias indispen- sables en un pueblo civilizado, como la hilandería del cáñamo, la producción de la seda, las fábricas de medias y frazadas, de paños y de loza; o, por fin, a la propagación de los remedios eficaces, como la vacuna para preservar la salud contra males terribles. 205 La dominación hispánica no había permitido el ingreso de la ilustra- da imprenta a Chile. Una vez esa máquina fue incorporada gracias a Carrera y Henríquez, los españoles no la destrozaron al reponerse en sus sitiales en la Reconquista. Antes bien, nos relata, Osorio inauguró ¡Viva el rey! Gaceta del Gobierno de Chile, que se convertiría en el órgano de los monárquicos. Al igual que Carrera, puso a un sacer- dote al frente, José María de la Torre, quien había abrazado la causa 204 Amunátegui Solar ( 1915 , pp. 11 - 3 ). 205 “Los tres patriotas recordados. Carrera, que manejaba al mismo tiempo la espada y la pluma; Camilo Henríquez, el hombre de pensamiento; y don Manuel de Salas, filántropo por excelencia, constituyen una venerable trinidad en los tiempos de la Patria Vieja”. Es esta en síntesis la visión de Domingo Amunátegui Solar sobre las escrituras de la transición de las épocas según la historiografía del siglo XIX, ibidem.
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