Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

774 llorar i fastidiarse, sin explicar por qué. La enfermedad que padece es una enfermedad romántica, la de no haber sido comprendido ”. 187 Pero, para volver a Lillo, hay que decir que el exceso de compro- miso al borde de lo ridículo, en el poeta, también los fastidiará. Entre dientes, por ejemplo, se ríen del Canto a Caupolicán , en el que Lillo muestra a araucanos marchando al combate bajo la bandera tricolor de la república chilena. 188 El trato a Lillo se va deteriorando. Lo tildan de poeta que “canta cuando se siente inspirado, i entrega sus produc- ciones a los periodicos, esas hojas que el viento arrebata”. A la hora de las querellas políticas, en cambio, le dan un espaldarazo: “i si alguna vez una sentencia lo tuvo proscrito de la república de Chile, jamas un decreto semejante le ha espelido de la república de las letras”. 189 A Guillermo Matta ( 1829 - 1899 ), traductor de autores alemanes, a pesar de reconocerle su talento “sobresaliente” y transcribir varios fragmentos suyos brillantes, lo tienen por poeta “colorista”. 190 Cuando Matta aconseja en un último verso “Para avivarlo mas, dad ese riego”, los hermanos objetan: “es chocante que se avive un fuego regándolo”. 191 Ese verso es una muestra cabal de exactitud, la exactitud de lo inverso. Ellos no pueden dejar de objetarlo, y cada objeción es para ellos un sín- toma de ausencia de bellas letras, de progreso, de ilustración. Se preguntan, también, a qué se refiere Matta cuando habla de un sendero rodeado de “transportes májicos”; 192 acusándolo de “gongo- rismo inadmisible”. Refieren además, quejándose, los últimos versos 187 Ibid ., pp. 249 - 50 . Como riéndose de aquel arribismo colonial que todavía busca la venia de las plazas del hemisferio norte para recién reconocer la valía de los personajes sudamericanos, los Amunátegui explicaban que la “fama” de Esteban Echeverría se extendía entre “la culta Europa” y “la pampa bárbara, donde su nombre es conocido i respetado de los gauchos ”, ibid ., p. 247 . 188 Ibid ., p. 121 . Admiraban los Amunátegui en “El Himno de Colombia”, un poema de Bello dedicado a Bolívar que: “Se halla también esenta de la falsa idea histó- rica, tan común en los himnos patrióticos de América, de que los independien- tes, hijos lejítimos de los conquistadores, que se habian levantado para reclamar derechos propios, eran sucesores dé los indios, que habian alzado bandera para vengar las desgracias i suplicios de Motezuma, de Atahualpa, de Caupolican, de los aztecas, peruanos i araucanos”, ibid ., p. 193 . 189 Ibid ., pp. 131 - 2 . 190 Ibid ., p. 377 . 191 Ibid ., p. 372 . 192 Ibid ., p. 370 .

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