Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

767 Los Amunátegui no escatimaban alabanzas a la valiosa persona del poeta Plácido si se trataba de asistirlo en sus desventuras coloniales cuando la Colonia estaba ya casi erradicada de Hispanoamérica. Sin embargo, es a propósito de un poema de Plácido, donde el diablo vie- ne al mundo y funda una escuela primaria, cuando se desencadena la furia de los Amunátegui. Lo tratan de ignorante y provinciano, de autor de escasos buenos poemas; que se deja enceguecer por una ve- cindad de medio pelo en que ve representada a grandes figuras de la antigüedad. Aprovechan entonces de insertar una proclama a favor de la educación pública, la Ilustración, en pro de la civilización y contra la barbarie, muy en la línea de ciertos pasajes contenidos en De la instrucción primaria . Culpan de esta torpeza a la sociedad colonial cu- bana: “La sociedad cubana no ha engrandecido su alma, sino que la ha rebajado. El poeta no puede ménos que recibir las malas influencias de los hombres entre quienes vive”. 169 En general, eran muy dados a denunciar las ínfulas antiintelectuales románticas, como en este poe- ma de Esteban Echeverría, que menosprecia los accesos de la mente: Las armonías del viento dicen más al pensamiento que todo cuanto a porfía la vana filosofía pretende altiva enseñar. 170 Y volviendo a Plácido, incluso censuran algunos recursos: Debe criticarse también a Valdes [“Plácido”] el abuso excesivo que ha hecho en sus composiciones de la aparicion de espectros, som- bras i personajes alegóricos. Nada mas ridículo. Los mismos jefes de la escuela clásica han censurado amargamente el empleo de esa fantasmagoría que no indica mas que pobreza de imajinacion. 171 169 Ibid ., p. 75 . 170 Echeverría ( 2004 , p. 17 ). 171 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 68 ).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=