Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

745 los borrones coloniales de los gramócratas y el claroscuro del tiempo en la poesía futura ( semblaza de una familia de gramócratas ) El conflicto entre la civilización y el antiguo imperio se fue acrecentan- do. Los hermanos Amunátegui, por ejemplo, asumieron esta diferencia como cosa obvia, e insistieron en muchas de sus obras en perjudicar la fama del Imperio Español. Mientras escribían contra la “Colonia”, entronizaban la civilización de su tiempo: la Europa culta, básicamente. Pretendían que Chile se sumase a una nueva forma de imperio, que era la civilización, que no tenía un claro centro, como los antiguos, pero sí sedes primordiales, tales como París. 126 Para eso desarrollaron una 126 La fórmula imperio-civilización en Chile se impuso hasta límites insospechados. Por ejemplo, Salvador Allende, el 5 noviembre de 1970 , en su discurso Para qué hemos vencido , citaba a Pinto, el protector de Bello, a un efecto muy similar al de las pretensiones del protegido: “Ya en nuestros primeros pasos como país soberano, la decisión de los hombres de Chile y la habilidad de sus dirigentes nos permitieron evitar las guerras civiles. Ya en 1845 , Francisco Antonio Pinto escribía al general SanMartín: ‘Me parece que nosotros vamos a solucionar el problema de saber cómo ser republicanos y continuar hablando lengua española’. Desde entonces la estabili- dad institucional de la República fue una de las más altas de Europa y América. Esta tradición republicana y democrática, llega así a formar parte de nuestra personalidad, impregnando la conciencia colectiva de los chilenos. El respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, es uno de los bienes culturales más signifi- cativos con que contamos. Y cuando, dentro de esta continuidad institucional y en las normas políticas fundamentales surgen los antagonismos y contradicciones entre clases, esto ocu- rra en forma esencialmente política. Nunca ha roto nuestro pueblo esta línea his- tórica. Las pocas quiebras institucionales fueron siempre determinadas por las clases dominantes”. Allende ( 1971 , pp. 12 - 3 ). Allende atribuía al espíritu imperial del pueblo de Chile, a esa capacidad de se- guir hablando español, el hábito propio de la estabilidad de la república, y acusaba

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