Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

743 Menéndez y Pelayo era “un monje de la Edad Media nacido, por ca- sual anacronismo en nuestro siglo [el XIX]” 121 cuyas alabanzas no caían en saco roto. Sin duda, Bello era una gloria de “la patria literaria española”. 122 Dicha patria, es decir, el imperio, seguía viva para Menéndez y Pe- layo, por la unidad del idioma, pero, líneas río abajo, el conservador de Santander reprocha a Miguel Luis Amunátegui —“jefe reconocido del liberalismo”— 123 una suerte de aislamiento chileno, que impide que Chile haga participar a sus personajes de esa “patria literaria”. 124 Mientras que las traducciones —o “imitaciones”— de Bello sirvieron para ir acoplando imperio y civilización, sus producciones circulaban casi exclusivamente en Chile y América, y parecen no haber sido muy conocidas al otro lado del Atlántico, salvo por Menéndez y Pelayo. En carta fechada, cuando estaba de vacaciones en su ciudad natal de Santander, el 25 de agosto de 1885 , se alegra por la instalación de la Academia de la Lengua chilena, y escribe entusiasmado, refiriéndose al último tomo de las obras de Bello: El de Opúsculos literarios y críticos acaba de confirmarme en la idea de que Andrés Bello se adelantó en muchos años a una porción de ideas (sobre el origen de la rima, sobre la epopeya caballeresca, etc., etc.), que hoy pasan por muy avanzadas entre los más doctos cultivadores de la filología neo-latina y de la historia literaria de los tiempos medios. 125 121 Donoso ( 1913 , pp. 11 - 2 ). 122 Misma carta del 25 de junio de 1883 a Miguel Luis Amunátegui. 123 Según las palabras textuales de Campos Harriet ( 1956 , p. 478 ). 124 “Veo por su libro y por otros recientes escritos americanos que han publicado ustedes en Chile, los trabajos de Bello sobre el Poema del Cid y algo de su Filosofía del entendimiento . Aquí no conocemos ninguna de estas producciones, ni creo que haya en Madrid ni un solo ejemplar de los Opúsculos . Quizá no pasen de dos los que existen del Orlando . ¿Por qué los editores no envían ejemplares de esas publicaciones que encontrarían de fijo lectores? ¿Es deplorable la incomunica- ción literaria en que vivimos los españoles de acá y de allá? Yo, por mi parte, he de confesar a Ud. que conozco los trabajos de los alemanes sobre el Poema del Cid , pero que no conozco los de Bello”. Menéndez y Pelayo ( 1956 , p. 188 ). 125 Ibid. , p. 189 .

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=