Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
742 la querella entre la espada y la pluma, en que la pluma es más bien la tipografía y la prensa de la imprenta. A los militares había que neutra- lizarlos con la escritura, con la gramática. Como recuerda Sloterdijk, la “gramática” tiene en sus orígenes una función mágica, 118 es muestra de un poder que manejan unos pocos y que los guerreros no conocen bien, pero que temen. En la diana del proyecto de los gramócratas estaba España, esa anti- patria antipática, ese fantasma que había que tachar del imperio, para que así América pudiese parecerse cada día más a la civilización. Al momento de los intercambios transatlánticos entre los discípulos de Bello y la intelectualidad española, presenciamos cómo, poco a poco, los peninsulares comienzan a deshacerse en alabanzas por la persona de Bello. Es posible que dichos acercamientos —a propósito de Be- llo— se hayan visto auspiciados por el enfriamiento de las hostilida- des entre España y sus ex dominios. Desde Madrid, escribe Marcelino Meléndez y Pelayo a Miguel Luis Amunátegui una carta fechada el 25 de junio de 1883 . Amunátegui ha- bía estado enviándole de uno en uno los tomos de las obras completas de Andrés Bello, a medida que los iba editando. “Las traducciones — escribe Menéndez y Pelayo—, y especialmente la de Orlando enamora- do , son un portento de versificación y de frase poética castellana, a un tiempo galana y desenfadada”. 119 Las admirables traducciones de Bello las leía con deleite, pero dándole a Amunátegui ciertas advertencias: los intelectuales chilenos no tenían una cultura germánica. Es notable, por ejemplo, que entre todas las alabanzas a su erudición (en las que Menéndez y Pelayo no escatima), le haga notar, delicadamente, la per- tenencia de una de las traducciones de Bello: Advierto (y quizás usted lo haya notado también a estas horas) que el fragmento de una leyenda inédita en octavas reales, que Ud. in- serta, no es otra cosa que el principio del poema germánico Nie- belungen , que sin duda se propuso traducir Bello. 120 118 Sloterdijk ( 2000 , p. 24 ). 119 Menéndez y Pelayo ( 1956 , p. 188 ). 120 Misma carta del 25 de junio de 1883 a Miguel Luis Amunátegui.
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