Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

733 de cómo los gramócratas modelan un hábito gramático Hemos dicho que Bello se dedicó, en parte, a crearse un ambiente, una serie de interlocutores con los que discutirá y a los cuales protegerá. Pronto, su programa más personal no dará abasto para los grandes fines ilustrados que se había propuesto. Este será el problema de la escuela pública, que será el de sus herederos espirituales. La repúbli- ca debía ir traspasando sus “ideales originales” para así no perder su vigor. Por supuesto, este programa despertó enemigos: había quienes desde un principio lo hallaron estrecho, históricamente demasiado temporal, enemigo de los altos designios de la religión o de las vo- caciones populares. Estaba, además, el problema del gobierno de la libertad de las nuevas generaciones: Durante el último siglo [escribe Guizot] se ha dicho a menudo, y se repite hoy en día, que las mentes no debían verse encadenadas, sino dejarse a su libre albedrío, y que la sociedad no tenía ni el de- recho ni la necesidad de entrometerse. La experiencia se ha rebela- do contra esta altanera y precipitada solución. Ha mostrado lo que era padecer unas mentes sin control [...] por el bien del progreso, así como por el buen orden en la sociedad, siempre es necesario cierto gobierno de las mentes. 103 103 Glenn ( 2006 , p. 61 ). El autor explica que la educación obligatoria fue la forma

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