Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

73 El ñandú es una criatura propiamente americana que Bello entien- de domesticada porque su naturaleza lo permite. La descripción que hace de los ñandúes muestra a seres curiosos, participativos, suaves y dóciles. Son casi, para Bello, los ciudadanos de una república ideal. Pero el ñandú parece hacerse dócil porque pierde su libertad. 12 américa y londres A diferencia del imaginario americano que observa Bello en sus tra- ducciones, antologías y poemas, el mundo que conoció en Londres, mientras se radicó allí entre 1810 y 1828 , parece carecer de animales. El estudio del ambiente intelectual de la época de Bello en Londres fue retratado por Isaiah Berlin. Su desarrollo encuentra una ima- gen central en la historia familiar de James Mill y su hijo John Stuart Mill. Recordemos que el viejo James Mill intentó hacer de su hijo un verdadero prodigio del racionalismo del siglo XVIII, como Leopold hiciera al pequeño Wolfgang Amadeus Mozart en la música. Pero, a diferencia de la fábula romántica inglesa de Mary Shelley, en la cual el engendro contradice y hostiga a su creador (el Dr. Frankenstein), que lo acaba persiguiendo entre los hielos del Ártico, el pequeño Mill leyó a los románticos ingleses, entre ellos Wordsworth y Coleridge, y parece haberse sensibilizado gracias a ellos. A partir de esta con- versión romántica, formuló una compatibilidad entre los fueros de la 12 Esta hipótesis, sin embargo, no ha sido universalmente compartida. A la liber- tad, como un elemento no solamente central a la sociedad humana sino esencial, podríamos considerarla una definición casi momentánea de lo humano. Cuando buscamos sus raíces en los textos del canon occidental, la libertad, una y otra vez, reaparece a la manera de un motivo ineludible. La libertad está en el vacío del acontecer humano, es natural, en el sentido que es compatible con el ser humano, y a la vez se opone a lo natural, en cuanto la moralidad humana no debe apoyarse en disposiciones que no sean la sola razón. Sin embargo, digámoslo así, la libertad es una ilusión universal y necesaria. Dante, por su parte, había buscado analogías en la naturaleza para invocarlas a la hora de fundamentar sus ideales políticos y éticos: llegó a ver en la pezuña dividida de ciertos animales una garantía del doble fin de la naturaleza humana, garantía por medio de la cual pudo sostener que el poder político era enteramente independiente del religioso, fabricando así un espectacular referente para la autonomía de las cosas mundanas, de la política pagana, de la libertad sin albedríos religiosos. Dice la decimocuarta terceta del Canto XVI del Purgatorio : “Leyes hay pero ¿quién manda cumplirlas?/ Nadie: porque el pastor que hace de guía/ rumia, mas sus pezuñas no son dobles”. Esta duplicidad vendría a ser la más primigenia división de poderes. Divina Comedia , Purgatorio, XVI, vv. 97 - 99 . Dante Alighieri ( 2018 ).

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