Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
722 Lo que Encina no ve, o desprecia, es que los historiadores del XIX intentaron abrir la imaginación y la vida interior. A propósito de las observaciones de Sarmiento, por ejemplo, que había atribuido la falta de poesía en Chile a un aspecto climático, los Amunátegui objetaban en 1861 : I en cuanto a las dotes de imajinacion, si la ardiente Italia tiene sus Dantes i sus Tassos, la fria Inglaterra ha ostentado sus Shakespeare i sus Byron, que en riqueza poética en nada ceden a los primeros. La Rusia i la Alemania tan buenos poetas tienen como la Francia i la España. ¿Por qué, pues, Chile se esceptuaria de la regla jeneral? 79 Encina tampoco observaba que la poesía no era ineludiblemente pura vida interior e imaginación —que es la versión más bien romántica de la poesía (no es casual que Encina recurra varias veces a Goethe): “El poeta será siempre el mejor historiador si renuncia a inventar, puesto que concibe el mundo por intuición”, 80 y de esta manera se aparta de los dos puntos contrapuestos de la polémica historiográfica —historia filosófica e historia narrativa— y propone un tercero. La poesía es vá- lida porque es síntesis, y la historia, porque es la realidad. Pero la sín- tesis poética de la realidad acomoda a la historia porque, precisamen- te, aparta a la fantasía literaria: “Ningún recurso literario puede suplir la debilidad de la representación”. De ahí que lo literario, en su ámbito de superficies, parezca tan pasajero, pariente cercano de la moda: “La [sic] exquisiteces sensitivas de Proust y de Chabas sólo encuentran simpatía en un corto grupo de almas afines […] Creamos una obra falsa y convencional, que puede impresionar el gusto del momento, si tenemos talento literario, pero que no vivirá”. 81 Lo que llega a ser clásico tiene en su momento la fuerza de lo no convencional, de lo informal, de aquello que es capaz de sobreponerse a imposiciones del uso frecuente. Encina veía en el historiador a un explorador que debía elevarse por sobre un conjunto atiborrado de imágenes, en el cual 79 Sarmiento, en Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 204 ). 80 Encina ( 1997 , p. 111 ). 81 Ibid. , pp. 130 - 1 .
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