Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
712 en distintos grados, las calidades de gobernante y literato. Dirá ahí al referirse a Manuel Montt y Antonio Varas: Ellos eran la razón; Bilbao era el corazón. El choque era inevitable y necesario: fue un choque fecundo […] Pero sangre tiene que haber en cada página de historia. La sangre es el abono que alimenta para las generaciones futuras una cosecha floreciente. A la sangre de 1850 se debe la armonía de 1900 . 58 Se trata quizá de una especie de dialéctica escabrosa que veía en el homicidio revolucionario y autoritario una especie de abono moral y cultural. Se trataba de una dialéctica entre razón y corazón, entre go- bernante y literato, orden y libertad, de la que resultaba una armonía republicana. Bello había querido algo distinto, otra dialéctica, una en que el gobernante reconoce el carácter sensible de su gobierno y el literato el aspecto legislado de su materia. Bello mismo encarnaba, de alguna forma este equilibrio, que no estaba logrado por fuerzas antagó- nicas, sino que por una mezcla escultórica de fuerza, forma y aliento. Y claro, un escritor como Vicuña Subercaseaux veía en Montt-Varas y en Bilbao a las versiones más puras de fuerzas antagónicas, mientras que dejaba a los discípulos más cercanos a Bello para el final de la aventura. La historia, el Derecho y la poesía son géneros que tienen algo de imaginación, pero no necesariamente de fantasía. Es más, la historia y el Derecho ven a la fantasía como una contaminación. Una historia fantasiosa es una historia que está atrapada en mitos, en nostalgias o ensoñaciones; un Derecho fantasioso puede estar preso de correccio- nes utópicas, de voluntarismos, de la irrealidad respecto del material normativo. Así también la poesía ha sido muchas veces una forma de la verdad, de la realidad dicha de otro modo. Son géneros no fan- tásticos, su carácter imaginativo está muy limitado por las reglas del genero histórico, jurídico o poético. Entre los literatos de este tipo, atrapados en el principio de reali- dad —no tanto el de verosimilitud— están los juristas, historiadores y poetas que engendró el apostolado de Bello. 58 Vicuña Subercaseaux ( 1907 , p. 12 ).
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