Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
711 la hegemonía ortográfica. Los Amunátegui, Barros Arana, Vicuña Mackenna, Lastarria, se posicionaron junto con su agenda política en lugares claves del poder. Quizá nunca en Chile volvió a existir tal compatibilidad entre el poder institucional y la actividad intelectual más seria. Como he adelantado, Bello propendió a un origen gramá- tico de los detentadores del poder que no se dio de tal manera en el resto de América Latina. Los grandes gramáticos que hubo en el resto del continente, como José Cuervo, Ángel Rosenblat, Rodolfo Lenz, en Chile, fueron más bien lingüistas, que coincide con una tendencia occidental hegemónica. Esa tendencia descriptiva dejó a la gramática como parte de una era de normatividad ingenua. La gramática sería parte de un moralismo anticuado, devendría mero manual de buenas costumbres, casi un protocolo social. • Bello lleva el espíritu de la gramática al poder político, así, la carta de Portales a Blanco Encalada, en la cual muestra su desazón con Bello, que no dejaba de enrostrarle “los textos” (“pero me pone por delante los textos y no tengo más que callar”) 56 no es solamente una anécdota tan clásica como la de Antígono citada por Hugo Grocio. 57 Como toda gran anécdota digna de mención, vale más por las ideas que en ella cristalizan. El escéptico Portales, tan real, tan (supuestamente) falto de ideales democráticos, choca contra este muro. El conocimiento de la normatividad es un permanente estímulo del juicio. Como es una normatividad en gran parte descriptiva, es también una normatividad verosímil. Por lo tanto, los “literatos” formados por Bello son juicio- sos detentadores de lo verosímil, son exponentes más del buen juicio que del ingenio (para ponerlo en una dicotomía cervantina). En su libro Gobernantes y literatos de 1907 , Vicuña Subercaseaux colecciona una serie ininterrumpida de personajes en que se mezclan, 56 Carta de Portales a Blanco Encalada, del 17 de octubre de 1836 , en Bello (Vol. III, p. 460 ). Ver también Jaksic ( 2001 , p. 133 ). 57 “El viejo Antígono burlose de un hombre que, mientras él asaltaba las ciudades ajenas, le presentaba un tratado de la justicia”. Grocio ( 1925 , p. 3 ).
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