Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

709 por los hablantes, en general, en la construcción de sus enunciados. La crítica verifica que esas leyes se hayan cumplido. Para ello, exa- mina los textos desde la perspectiva de la legalidad. 52 De esto resulta que el “principio del placer” reside en las simetrías propuestas por Bello: De este modo, es posible afirmar que el principio del placer al que se refiere Bello se asienta en la pulsión ordenadora que rige todas las funciones del espíritu. Aquello que rompe con el dominio que, sobre los fenómenos imponen esquemas preestablecidos y abstrac- tamente representables no puede llegar a satisfacerlo. 53 Sostiene que la métrica busca siempre encarnar en el nuevo poema un orden; este orden es una palpitación antigua. Si bien el mismo Bello escribió sobre las transformaciones de aquel orden y fue consciente de sus consecuencias, el lenguaje en el gobierno gramócrata se atasca en una especie de esquizofrenia. Mientras en Argentina se enseñará en la escuela pública y privada una forma verbal propia y distintiva como si tuviese valor canónico, en Chile el castellano se enseñará y se ha enseñado disciplinando toda modalidad propia, lo cual conllevó que, en público, el lenguaje formal lo sea en exceso, y en privado, el lenguaje informal, lo sea también en exceso. El español chileno con- serva en su escritura casi todas las normas del castellano de Castilla, y en la palabra hablada acumula todas sus especificidades, muchas veces culposamente. Todo esto es Bello y sus discípulos que todavía nacen, se desarrollan, se reproducen y no mueren. No es por eso tan claro que la gramática haya disciplinado algo más que el importante disimulo de la norma prestigiosa. En la república gramatical todos sus ciudadanos son ortográfica- mente culpables al primer desliz. Me referí anteriormente a la im- portancia que daba Bello al uso, en el Derecho Internacional y en la gramática, pero, en este caso, escuchar solamente el uso es un engaño 52 Moré ( 1998 , p. 425 ). 53 Ibid ., p. 427 .