Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

686 la imagen poética que se hacía de él la América que había estado más tiempos bajo dominio español, en tanto resalta su estatura de preteri- da personalidad principal de la emancipación: ¡Cuán bien merece el poeta egregio el homenaje que le tributan agradecidas las letras, que él fundó, y la imprenta, que él enriqueció, en su patria! Ya me parece verle con su frente espaciosa, con sus ojos azules, con su cuerpo magro, con sus manos finas, hojeando a todas horas libros útiles, y haciéndolos, y mejorando los ajenos, y acompañándose de ellos, como de amigos tiernos y fieles, en la mesa, en el paseo, en el sueño. Ya le veo entrarse, como infantil Teócrito, por el fragante patio sembrado de naranjos y granados, y mirar con ternura las hojas amarillas, y alzar del suelo con pie- dad las flores mustias, o ensayar con recogimiento religioso, como de quien dice palabras divinas, aquella escena del Segismundo de Calderón en que el hombre rebelde, desnudo de social arreo, se yergue, dislocado como corcel arrebatador, como río hinchado, ante los pálidos hombrecillos de la Corte; o aquellas otras escenas discretísimas en que se manda que no haya burlas con el amor. Ya lo alcanzo, sentado a la margen del risueño Anauco, viendo correr al par, en el riachuelo el agua, y en el libro que lee los tiempos de la historia. Ya le oigo departir humildemente con su maestro Cris- tóbal de Quesada, y con el latín que aprendió de él, mejorado por su excelso juicio, vencer en las aulas animadas a condiscípulos y a dómines. Ya le miro, como quien doma águila, enseñar a Bolívar; y como quien oye a profeta, aprender de Humboldt; y le veo pasar del brazo del buen Ustáriz, con él como con todos bondadoso, y escucho las palmas regocijadas con que celebran sus amigos los sueltos y galanos versos con que los pasma y enajena. Y al elegir, de entre los grandes de América, los fundadores, le elijo a él. 17 17 Martí ( 1995 , pp. 211 - 2 ).

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