Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

684 y el honor pierden todo su apoyo; y es destruido todo cuanto hay necesario y amable sobre la tierra. 12 El imperio de la ley será la patria común de los gramócratas. En gene- ral, los discípulos de Bello, repartidos por el continente, compartirán con el maestro la idea de que debía tenderse al gobierno impersonal de las leyes, como exclama Manuel Ancízar: “¡Cuán diferentes son ya esas conmociones por afianzar principios, de las revoluciones perso- nales de la antigua Colombia!”. Pero aún en ese caso vemos la lucha en torno al logos de los bellistas americanos, 13 y es que el gramócrata va más lejos que los principios. Uno de esos bellistas, el incombustible Rafael Caldera —quien fue- ra presidente de Venezuela entre 1969 y 1974 , y luego, con oportu- nismo catastrófico, entre 1994 y 1999 —, en base a una distinción que hiciera Eugenio Orrego Vicuña, explica que la flora resume la vida de Bello. La Colonia, dice, “forjó su raíz”; Londres, “plasmó su tallo, el corpulento tallo de humanista”; y Chile “la patria hija, el pueblo cor- dialmente avizor y agradecido, fue el surco abierto ante los frutos que el árbol centenario había cuajado ya”. 14 En verdad, la primera autoría de Bello en tanto árbol añoso, tras- plantado desde el trópico a la fría y nebulosa Londres y desde ahí al frío y claro Chile, no comenzó ni en Orrego Vicuña ni en Caldera. Fue una intuición mucho más antigua, que el propio Bello conoció del puño y letra de Francisco Bilbao, con quien lo separaba la edad y sucesos políticos difíciles para ambos. En una carta de pésame por la muerte de Carlos Bello Boyland, fechada en Lima, el 15 de noviembre de 1854 , Francisco Bilbao escribe a Bello casi un poema al genuino padre de la república de Chile: 12 “Observancia de las leyes”, en Bello (Vol. XVIII, p. 51 ). Publicado junto a otros dos artículos sobre el mismo tema en El Araucano del 27 de julio, 19 y 26 de agosto de 1836 . 13 Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, p. 307 ). 14 Caldera ( 1964 , p. 24 ).