Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
670 microscópicos, de una flor o una semilla para clasificar ciertas plantas. Sin atender a ellas, no es permitido hablar sobre puntos concernientes a nuestra métrica, o a la de cualquier otra lengua. 570 Aun cuando Bello vindica las posibilidades naturales, la realidad es in- trínsecamente ruinosa. He ahí el carácter de su imperio: si es ruinoso sin remedio, ¿qué rol cumplirá ahí el lenguaje? ¿Qué tipo de lenguaje es la gramática? ¿Qué tipo de imperativo es la norma gramática? ¿Y qué rol juega el estilo? Pueden existir dos formas: que el lenguaje se ajusta a la realidad y a veces se desajusta, una realidad inamovible y pétrea, como las esfinges egipcias que menciona Goethe en su Fausto , ante las cuales la histo- ria pasa dejándolas imperturbables: ellas no parpadean. 571 O que, por el contrario, el lenguaje sea un principio constructor. Estas maneras de describir la relación entre realidad y lenguaje son un tanto burdas, pero paradigmáticas. Casi nadie plantea el asunto en términos tan simples. Sin embargo, tanto los espaldarazos como los em- plazamientos al Bello gramático parecen reducirse a este o aquel telón de fondo. Su labor sería, por una parte, el salvaguardar una cristalina pa- norámica de la realidad; y, por la otra, el adecuar el estándar de la lengua a una realidad manipulada con la cual tiene intereses comprometidos. Andrés Bello no creía que el lenguaje debía ajustarse a un pensa- miento supeditado a la realidad prístina. En muchos casos no adhiere a ninguna concepción de la realidad profunda, más bien está por una versión de la realidad como superficie. “La flor que hermosea las ruinas”, para repetir nuevamente la imagen, es la mejor elaboración del concepto del lenguaje que plan- tea Bello. Es una analogía, es decir, se trata de una poesía de sentido distante. La flor es el lenguaje, y la ruina la realidad. La flor no ex- presa a la ruina, el lenguaje no expresa a la realidad. La flor es inde- pendiente de la ruina, incluso es extraña a ella. La flor está ahí —en 570 “Observaciones sobre la Historia de la literatura española, de Jorge Ticknor, ciuda- dano de los Estados Unidos”, en Bello (Vol. VII, p. 557 ). 571 La escena tiene lugar en el curso superior del Peneo. Ver Fausto , vv. 7245 - 7248 . Goethe ( 2010 ).
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