Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
658 que a la casa y a mí nos lleva al vuelo... ¡Perdido soy!... ¡Misericordia, cielo! 549 Al volver la calma, reaparece la idea de la huerta, que hay que revisar a fin de controlar los daños ocasionados por el desorden de los duendes: Mas a ti, ¿qué fortuna, huerta mía, te cabe? ¿Respiras ya del grave afán? ¿Injuria alguna sufriste?... ¡Cuánta asoma, entreabierta a la luna, nueva flor! ¡Cuánto aroma de rosas y alelíes el ambiente embalsama! No hay una mustia rama; no hay un doblado arbusto. Parece que te ríes de tu pasado susto. 550 Después de su revuelta, los duendes regresan a su guarida, una espe- cie de nido de avispas en que se concentran antes de emprender su silenciosa retirada: XIV Sobre aquellos boldos que a un pelado risco guarnecen la falda, al amortecido rayo de la luna, van haciendo giros. Enjambre parecen de avispas, que el nido 549 “Los duendes”, vv. 146 - 161 , ibid ., p. 233 . 550 “Los duendes”, vv. 215 - 227 , ibid ., p. 235 .
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