Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

63 sino que por su calidad de epónimo centrípeta. Bello es el nombre de una época y de un estilo del ser americano, el cual tal vez sea el mayor sentido político que conocimos y que conoceremos. Finalmente, espero que los lectores me perdonen la masividad de las referencias, personajes, autores de cabecera, digresiones, alusiones, o sea, todo lo que hace que este libro no sea una carroña aséptica. Me ha parecido que para entender la amplitud cultural de Bello esta masi- vidad es necesaria si es que no me he quedado corto. El que haya sido pensado tantas veces como un prohombre solitario, sin las cargas de la cultura y de la historia general y universal, ha conspirado contra la compresión del personaje. Y en lo que concierne a las numerosas notas al pie: puedo alegar a mi favor, siguiendo la comparación de Anthony Grafton, que los pies de página se parecen a los retretes porque “permi- ten a uno realizar actos desagradables en la intimidad” y porque “lo re- húyen los pueblos civilizados”. Muchas notas al pie tienen por finalidad intimidar a los lectores (ellas dan a los autores “un aire de autoridad”) o a los colegas (“puñales clavados en la espalda de los colegas”). 103 Las abundantes notas al pie, en este caso, se justifican tanto por imitar usos de rigor como por la prescindible oportunidad de poner a disposición del lector una verdadera antología de textos de Bello cuyas obras com- pletas no son de fácil acceso y que por sus dimensiones son de difícil adquisición y antologación. En todo caso, cumplo con tranquilizar al lector esmerado al proponerle que bien puede saltarse los mil pies de este ciempiés. Dicho lo anterior, advierto que este “no es un manual ni un prontuario” 104 —como dice Stefan Kunze en su clásico sobre las óperas de Mozart—, un lugar donde encontrar todo sobre Bello. Como el lector ya ha podido avizorarlo, se trata este de un ensayo de lectura, un lugar donde conocer los pre-textos del espíritu de Bello y, por su- puesto, sus propios textos. Y no es tanto el trabajo de un scholar como más bien el de un diletante profesional. 105 103 Grafton ( 2015 , pp. 14 - 5 ). 104 Kunze ( 1990 , p. 12 ). 105 Ver Ette ( 2019 ) y Guimera Ravina ( 1996 ).

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