Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

624 manera de presentar en la sociedad criolla los desarrollos foráneos. Los libros se volvían objetos que pasaban de mano en mano, como escriben los Amunátegui: La ilustración comenzó a difundirse en Chile. El mejoramiento de los estudios hizo nacer la aficcion a las bellas letras. Hubo una por- cion de jóvenes poco numerosa, es verdad, pero instruida y entu- siasta que se ocupó de los libros, i que se manifestó pronta a emular con sus aplausos las producciones del injenio. 471 Se referían a su propia generación. Todos serían conocedores del francés, especialmente, el inglés, el portugués, para qué decir el latín, el griego un poco menos y el alemán, en el caso de los hermanos Ma- tta, que eran grandes literatos que se vincularán al radicalismo. José Toribio Medina escribiría: Nótese, así, que, a contar desde el propio don Andrés Bello, Barros Arana, los Amunátegui, Guillermo Matta, Zorobabel Rodríguez, Luis Rodríguez Velasco y tantos otros de los que, en el correr de los años, habían de merecer honrosa distinción en nuestras letras patrias, comenzaron por ensayarse en el ejercicio de traductores. 472 Esos traductores, al conocer en cada una de sus fibras las obras ex- tranjeras, estaban a la vez conociendo la lengua y el lugar desde don- de traducían. Bello traducirá y teorizará sobre esa labor, y será, en ciertos casos, un escéptico. Por ejemplo, parece haber confiado más en las traducciones al castellano desde el latín o desde las lenguas romances, que desde el griego. Como estudioso del latín y de las len- guas neolatinas, observa que todas ellas participan de un mismo orga- nismo, pero tal vez, lo griego se le aleja demasiado. A propósito de la traducción que de La Ilíada hará José Goméz Hermosilla, Bello apunta una serie de notas que luego Miguel Luis Amunátegui reproduce en Vida de don Andrés Bello, de las que dice: “Por desgracia, el borrador 471 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 201 ). 472 Medina ( 1925 , p. 7 ).

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