Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
623 Sin duda, los “arreglos” e “imitaciones” de Bello se encuentran entre estas últimas, por lo que sobre esa distinción descansa esta sección. La mayoría de los libros que se traducían del francés eran novelas de Eugène Sue o de Alexandre Dumas. Se traduce Una sola falta , de Scri- be, por Hermójenes Irisarri; La Marquesa de Sennetebre , de Melesville i Duveyrier, por Ventura Blanco en 1846 . El poema en cinco actos Muerte de Abel , de Gessner, es traducido desde la versión en francés de Huber por J. Fernández de Córdoba, en 1846 . 467 Cuando aún no cumplía los 18 años, el joven Diego Barros Arana tradujo en cuatro to- mos, que contaban unas mil páginas, El caballero de Harmental , novela histórica de Alexandre Dumas, a la cual agregó un ensayo histórico de su autoría sobre la regencia del duque Orleans. 468 En el teatro, Flo- ridor Rojas traducía y publicaba en Valparaíso el año 1848 Lucrecia , tragedia en cinco actos, de Ponsard ( 1814 - 1867 ). Mientras Sarmiento inspeccionaba el casticismo de las traduccio- nes, Juan Bello también traducía a los románticos franceses. Por ejem- plo, Lorencino , de Alexandre Dumas, Las horas serias de un joven , de Charles Sainte-Foix 469 y Los misterios de París , de Eugène Sue (en una adaptación dramática estrenada en Santiago, el 12 de junio de 1845 ). Se trataban estas últimas de colaboraciones escritas a varias manos, al punto que, comenta Miguel Luis Amunátegui: “La pieza tenía tantos traductores, como padres el hijo de que habla don Francisco de Que- vedo en una de sus composiciones satíricas”. 470 La traducción era una sobre los hechos, los personajes y las instituciones de otras. La España y la Amé- rica ocuparán allí un lugar subalterno. El adaptador americano deberá, pues, en- sanchar en esta parte la escala del autor original, y agrandará las proporciones diminutivas en que éste presente las materias que tienen para nosotros un interés superior. ¿Se trata de una obra elemental de botánica? A los ejemplos de plantas indígenas de Europa, habrá que sustituir los de aquellas especies que se hallen al alcance de los alumnos chilenos. Ni es esto todo. El profesor que adapta a sus propias nociones una obra extranjera, y que le da de este modo una estampa de individualidad, enseñará mejor con ella; cada cual tiene su modo peculiar de ver, y comunica con más facilidad los pensamientos que ha digerido y amoldado, por los expresa con claridad, con energía, con fe. Los que han tenido alguna práctica de enseñanza sabe cuán cierto es esto”, ibid. , pp. 713 - 4 . 467 Medina ( 1925 , pp. 22 - 3 ). 468 Ibid. , p. 28 . 469 Medina ( 1925 , p. 25 ). 470 Miguel Luis Amunátegui ( 1888 , p. 298 ).
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