Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

612 Las polémicas con distintos interlocutores, de las que Bello parti- cipa, estimularon en él variaciones sobre un mismo asunto, diferen- tes dicciones de una idea, énfasis para incomodar, nunca adular. En tal sentido, Bello no repetía una monserga, una síntesis de hombre maduro, sin antes olfatear a su audiencia. Se adaptaba al auditorio, no para complacerlo, sino para incomodarlo y, si podía, convencerlo. Bello no apelaba tanto a las tesis ajenas para reconducir los silogismos hacia las propias: prefería ser personalmente un ejemplo. Ahora bien —y esto es un punto fundamental— a Bello no le inte- resaba ser solamente un precursor, aun cuando se ha querido cifrar en este talante su aporte. 449 Bello no era un adelantado incompren- dido ni quiso serlo. Cuando alcanzó ideas precursoras —especial- mente en la gramática— las anotó y publicó por deleite, no por inau- gurar una escuela ni menos por lucir extravagancia. Bien lo definió Pombo al decir de su obra: “Es un manso río cargado de riqueza y con el fondo de oro”. 450 Verbigracia: su tesis sobre la relación entre lenguaje y pensamiento es señera. De algún modo adelanta la lin- güística de Saussure. Bello postula que la lengua no es resultado del pensamiento; más bien al revés: el pensamiento resulta del lenguaje, y de ahí que los amplios vocabularios, la distinción léxica que se ha ido acumulando en el patrimonio de la lengua castellana, es una manera siempre presente de dilatar el pensamiento, de tenerlo ex- plícito en las modalidades cotidianas, que no haya que inventar una lengua para decir lo que en la poco estudiada acumulación ya estaba disponible como un tesoro requerido de hallazgo. Es decir, de una tesis fuertísima, Bello extrae conclusiones para una ética social. No hace de esta tesis una nueva epistemología. Es posible que no haya entendido las consecuencias inmensas de su convicción. Pues bien, lo cierto es que la asumió como una convicción que debía hacer- la saber, pero no transformarla en los fundamentos de una ciencia nueva. Y uno de los motivos indudables es que no había en Chi- le suelo para eso en ese momento, ni quizás tampoco Bello era de aquel tipo de sembradores. Prefería lograr lo mejor que pudiera con 449 Ver Lagos Carmona ( 1982 ). 450 Rosenblat ( 2002 , p. 343 ).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=