Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
608 le preguntara por Andrés, corrió a buscarlo. Al llegar Andrés a la puerta nadie había. Interrogado el criado, dio las señas del persona- je y Andrés exclamó: ¡Era mi padre! Al cabo de pocos días recibió el anuncio del fallecimiento de su padre en Cumaná. Años más tarde en Chile, cuenta Paulino Alfonso, siendo ya don Andrés bastante viejo, despertó una noche sobresaltado, con la idea fija y profun- damente dolorosa de que en aquel momento moría su madre. Se levantó y tuvo la precaución de apuntar la fecha y la hora. Meses más tarde llegó una carta de Caracas que comunicaba la noticia con los datos iguales al aviso nocturno. 440 Para Hanisch Espíndola estas leyendas informaban el aspecto “re- ligioso” que había en Bello y no eran un síntoma social. Hijo de la Ilustración, escéptico por definición, Bello sufría como tantos otros literatos de simpatía por lo extravagante, interrupciones de las leyes históricas o las de la naturaleza. En sus estancias en la Biblioteca del Museo Británico, por ejemplo, se había abocado al estudio de Los mi- lagros de Nuestra Señora , de Gonzalo de Berceo, comparándolo con otros textos medievales de similar asunto. 441 Sus notas de aquella épo- ca se detenían sobre viejos relatos de milagros que gozaban de con- notación estética. En el cuaderno VII, por ejemplo, las anotaciones sobre el Juicio, de Gonzalo Berceo, nos dan una idea aproximada de las imágenes de lo tremendo que pudieron cautivar la imaginación religiosa de Bello. En la Biblioteca Cottoniana, anotaba: 4 . Los peces darán voces. 5 . Las aves dexan el ayre; se congregan en los campos; dan quexidos; 6 . Rayos. 7 . Cometas. 8 . Terremotos. 10 . Los arboles llorarán sangre. 11 . Los montes se disolverán en polvo. 12 . Las fieras dexarán los montes. 440 Hanisch Espíndola ( 1965 , p. 12 ). 441 “Notas sobre Berceo” , en Bello (Vol. VI, pp. 529 y ss).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=