Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

597 Sarmiento veía en el tan admirado Siglo de Oro, en los autores clá- sicos cuya lectura Bello propiciaba, puro asunto de estilo, de forma; veía en Bello una cobarde promoción de estos amaneramientos des- provistos ya del contenido polémico que, en tanto formas, los había engendrado. Esta es una típica argumentación romántica. La mención de los grandes teólogos franceses Bossuet, Chateaubriand (que lo era muy a su manera en El genio del cristianismo ) y a Lamennais son in- tentos por buscar una catolicidad más allá de los Pirineos, una catoli- cidad que ha transitado históricamente por la ruptura en su corazón mismo. Una catolicidad más estética y de menos moralina. Bello no veía en esto sino fatuidad extranjerizante. Con toda la francofilia que lo caracterizaba, no cedía fácilmente ante la capitulación de la forma imperial católica, con su Siglo de Oro esplendoroso y del que se había nutrido la Francia que Sarmiento levantaba. Sarmiento, señalando la contradicción, anotaba que Bello, en la elaboración de su Gramática , había recurrido a mucha literatura extranjera: En el Instituto Nacional, exceptuando muy pocos casos, todos los libros de que se hace uso para la enseñanza elemental son de origen extranjero, y en el prólogo de una de las gramáticas formadas entre nosotros, hallamos estas instructivas palabras: “En la analogía me he valido de la gramática de Ordinaire, de Lefranc, y de la que se ti- tula El Arte explicado ; en sintaxis, el nuevo método de Port-Royal. 423 Él y los suyos creían que al español debía injertarse nuevo léxico para actualizarlo, que no podía seguir encerrado en las fronteras del lenguaje —por lo tanto mentales— legadas por la oscurantista España: “El pensamiento está fuertemente atado al idioma en que se vierte [...] Cuando la lengua castellana produzca tanto como las otras, entonces podrá evitar que se le “injerten” modismos extraños”. 424 Y claro: “Los brotes de separatismo lingüístico [dirá Juan Ramón Lodares], estaban servidos mejor que en ninguna otra zona americana, en Argentina, y mejor que en ningún otro escritor, por su particular forma de ser, en 423 Ibid., p. 36 . 424 Ibid., p. 37 .

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