Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
591 Al poeta, al artista, el universo no ofrece objeto innoble, porque muda la inspiración con el cincel ó el verso en rica joya la materia ruda. El gusto en los mortales es diverso. ¿Con qué derecho, pues, torva y sañuda la regla al esgrimir filos atroces disminuye la suma de mis goces? Y cuando se trata de recurrir a los precedentes románticos, cita a Ho- mero y a Cervantes. Byron, en cambio, pertenece a una época enfria- da, que ha debido liberarse de las reglas: Homero produciendo en el vacío de las artes un mundo de ficciones; Cervantes arrojándose con brío a las más inconexas ilusiones, y Byron despreciando el curso frío que le trazaron clásicas lecciones, supieron arrivar á la escelencia que el curso de los siglos reverencia. 408 Hay también un ligero parentesco con la definición de romanticismo de Schlegel. Se trata de la indefinición romántica, de lo difuminado, de la desaparición progresiva de la línea. La línea, ese demonio de lo ex- plícito que choca del clasicismo. Y es que Mora vindica la experiencia vívida, en la que no figuran estas delineaciones: ¿Reglas queréis seguras y constantes, poetas? Pues oíd. Corred del mundo las escenas magníficas. Cervantes así adornó su espíritu profundo. De Nápoles las rivas elegantes, de las mazmorras el asilo inmundo, 408 Ibid ., p. 236 .
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