Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
579 En la undécima de sus Cartas españolas , Blanco White indicaba con genio que el problema del español era que era una lengua que se vol- vía “vulgar y anticuada”. 371 El mismo Blanco White se había sentido atrapado en el devenir de la lengua española, en gran medida su paso a Gran Bretaña era una manera de liberar su cabeza de la lengua que la sojuzgaba. Dentro de esa hazaña personal de su espíritu liberal es que se encontró con Bello. A Bello y Blanco White los unió especialmente su amor por la poesía. Ambos eran poetas y a la vez estudiosos de la literatura an- tigua española, especialmente del Poema del Mio Cid . Para los libe- rales patriotas españoles la Edad Media y el Siglo de Oro español brillaban con luz propia y no se dejaban obnubilar por las luminarias del Siglo de las Luces. 372 Bello acomete la defensa de la poesía medieval, que era tenida por primitiva e ignorante de las reglas ineludibles de la versificación. Bello da respiro a la vieja poesía medieval, la hace audible, la recrea sin adaptarla. Sus explicaciones, que asumen y atraviesan la historia de los malos entendidos, traen hacia la luz del entendimiento deci- monónico aquello que antes parecía engendrado de las tinieblas del medioevo. 373 Incluso Bello llegará a ver un estilo maduro en la poesía del mediodía francés medieval. 374 buscador de la verdad religiosa, y un pensador liberal de extraordinario equilibrio en materia política”, ibid. , pp. 13 - 4 . 371 Citado en Lodares ( 2001 , p. 235 ). 372 Llorens ( 1980 , p. 45 ). 373 Por ejemplo, Bello explica: “la sinalefa no era jamás necesaria, siendo arbitrario al poeta pronunciar o no en una sílaba las vocales concurrentes. Esto es lo que en nuestros oídos perjudica más a la poesía de los trovadores y romanceros, y hace parecer sus versos desaliñados, o faltos de número, como que en los nuestros se deja en esta parte muy poco a la elección del poeta”. Principios de la ortología y métrica , en Bello (Vol. VI, p. 429 ). “[…] ¿qué fundamento hay para que nos des- agrade el hiato de las vocales a, e, en este verso: ‘V a ë ntre mirtos serpeando el río,’ y no en éste: ‘C aë n de un monte a un valle entre pizarras?’ ¿Hay por ventura alguna diferencia en los sonidos de estas vocales de un verso al otro? ¿La pausa que solemos hacer entre dicción y dicción, no favorecería más a la diéresis en el primero que en el segundo? Supongamos, pues, un estado de la versificación en que el pueblo y los poetas no hayan aún contraído hábito alguno a favor o en contra de la sinalefa, que es el caso en que debe encontrarse una poesía naciente: lo más natural será entonces esta arbitrariedad que reprendemos en los padres de nuestra poesía, y que sin embargo no nos ofende en Homero”, ibid. , p. 430 . 374 Así en su artículo “Noticia de la obra de Sismondi sobre La literatura del mediodía
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