Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

575 el elixir que busca Nemorino. Si amorosa Lucía, víctima triste de ambición impía, te exhalas en acentos moribundos; o si Julieta arrodillada invocas la paternal piedad, ¡oh, cómo tocas del corazón los pliegues más profundos! ¿Y qué diré de ti, sensible Amina? Yo también al oírte, en vago sueño me pierdo, y un fantástico diseño de ilusión peregrina me arroba, y de mí misma me enajena... ¿Pero qué alegre música resuena? ¿Quién es la que cantando se engalana? ¡Cómo tu voz me hechiza y me trasporta, Elvira, encantadora puritana! ¿Vezzosa te llamaste? Quedas corta; llámate de las almas soberana. 364 Y el romanticismo permitirá hablar del “amor” en los lugares en que estaba censurado mencionarlo. El romanticismo se irá haciendo viejo, se corresponderá con una época y con unos personajes, una manera de vestir, un acontecimiento por el solo hecho del sentimiento. Tam- bién morirá, en versiones prematuras, mezclado con lo que no fue. Los gramócratas no abandonaron nunca su distancia respecto del romanticismo; lo disfrutaron, pero crecientemente lo situaron como una etapa histórica más, de altos y bajos. Amunátegui dijo que el Ruy Blas debió su éxito a “una acción rápida, violenta, jadeante”. 365 Émile Zola parece haber puesto las cosas en perspectiva, para Amunátegui: Uno de los críticos mas encarnizados del romanticismo, el moder- no novelista Emilio Zola, reconoce que Rui Blas es el mas escénico, el mas humano, el mas vivo de todos los dramas de Victor Hugo, i 364 “En el álbum de la cantatriz doña Teresa Rossi”, vv. 3 - 29 , en Bello (Vol. I, pp. 331 - 2 ). 365 Miguel Luis Amunátegui ( 1888 , p. 352 ).

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