Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

564 El no poder deshacerse de las luces era a las alturas que alcanzó a vivir Bello en el siglo XIX algo así como un mal de conservadores. Una apertura permanente en él le hacía convertirse en el protector y divulgador de ideas y obras con las que no siempre coincidía del todo —lo que puede ser entendido como una característica esencialmente ilustrada—, mientras tanto insistía en ciertas cuestiones eternas, fija- das en la opinión ilustrada del siglo XVIII, algo así como una escolás- tica de las luces. Lo que ocurre es que Bello tiene un carácter enciclopédico anti- cuado. Por mucho que no haya sido autor de ninguna enciclopedia ni diccionario, su Gramática y su Código Civil se asemejan a las enciclo- pedias en su estilo abarcador. 339 He dicho, cuando he tratado el tema de Bello y la libertad, que esta es una liberación del peso de la historia, del paso de la poesía al con- tinente de la naturaleza. Esta pareciera ser una cuestión típicamente romántica, pero Bello suele expresar estos sentimientos con el clasi- cismo a cuestas. No es descabellado pensar, entonces, que para “Alocución a la poe- sía”, Rodríguez y Salvador sostengan que Andrés Bello se basó en Los años de aprendizaje del jovenWilhelmMeister , de Goethe, en razón que allí Goethe distingue entre una edad mítica, una edad de la razón y una tercera edad futura en que ni mito ni razón cuentan. 340 Pero las razones que dan Rodríguez y Salvador para establecer esta relación entre Bello y Goethe no convencen del todo. El hecho de que la poesía abandone Europa y venga a América no tendría por qué proceder del Wilhelm Meister . La relación de Bello con Goethe resulta más productiva según la entendió Ángel Rosenblat, es decir, 339 Dice Pedro Henríquez Ureña, enemigo de la nordomanía, que mientras José de la Luz pertenecía a la estirpe de Sócrates, de los apostólicos, Andrés Bello per- tenecía a la de Aristóteles, de los enciclopedistas. “El maestro ha sido en Amé- rica honda realidad moral y alta función social”. Henríquez Ureña ( 1989 , p. 8 ). El enciclopedismo con el tiempo tendrá ese afán de abarcar todo cuanto le sea posible. Barry Velleman —quizá el más grande estudioso de Bello en el mundo anglosajón— aclara que a partir del Diccionario de Samuel Johnson comienzan a incluirse también las palabras comunes y no solamente las difíciles o antiguas. En esa misma línea, el enciclopedismo no da nada por sabido. Define lo obvio y abre en ello un espacio donde no lo había. 340 Rodríguez y Salvador ( 1987 , p. 67 ).

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