Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

561 Lo cierto es que pasará de la “imitación de Virgilio” en los esbozos de poesías de su juventud 330 a la “imitación de Victor Hugo”, en las poesías de su vejez. El elemento mitológico, los modelos grecolatinos, hacen de las pri- meras poesías de Bello inscripciones en el neoclasicismo de gran cali- dad. “Bello podría figurar con estos versos juveniles en cualquier par- naso español del neoclasicismo”, 331 comenta Rodríguez Monegal. 332 Posteriormente, cuando permanezca en Londres, lo veremos ocu- parse de un trabajo tan propiamente romántico como el estudio del Poema del Mio Cid y el desentierro de aquella poesía medieval que se tenía por cosa primitiva. Es el Londres en que Madame de Staël — exiliada allí— publicará De l’Allemagne en francés e inglés al mismo tiempo, y en que se traducirá al inglés además a los románticos ale- manes. 333 Rodríguez Monegal dice que, entre los discípulos de Bello que rivalizaron con Sarmiento, habría existido una mala defensa de las posturas del maestro. Por otra parte, señalará que es un error extender a América las etapas literarias europeas. Argumentará que “Bello fue neoclásico y fue romántico y, sobre todo, fue algo más: fue él mismo”. Su libro El otro Andrés Bello es una gran obra de ope- ración de desmentido, en la que Bello aparecerá no solo interiori- zado en la corriente romántica, sino que llegará a escribir como tal en algunas ocasiones. Rodríguez Monegal concluye que “en el caso de Bello, la ceguera fue doble, porque muchos críticos parecieron no ver que el Romanticismo inglés es no solo cronológicamente an- terior sino más decisivo en la primera parte del siglo XIX. De estos errores o distracciones deriva la creencia de que Bello debió esperar la difusión en el [río de la] Plata de la obra de Lamartine y Alexan- dre Dumas para saber qué era el Romanticismo”. 334 Alega además 330 Grases ( 1965 , pp. 93 y ss). 331 Rodríguez Monegal ( 1969 , p . 34 ). 332 “En verdad —escribe Alone en su libro Bello en Caracas — la personalidad poética de Bello puede afirmarse que se forjó en la fragua de Virgilio y Horacio”. No ha- bría gustado a los “mantuanos” la traducción que Bello hiciera y leyera en casa de Simón Bolívar, de la Zulima , de Voltaire. Alone ( 1963 , p. 67 ). 333 Rodríguez Monegal ( 1969 , p . 41 ). 334 Ibid., p. 15 . Al tiempo del catastro que realizara Diego Barros Arana, al cual recu-

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