Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
544 Seguramente a Bello no se le podría haber censurado el haberse entregado a otros “placeres”, si no algo peor: el haberse entregado a “deberes” y haber pospuesto, cuando no abandonando prácticamente del todo, su pasión por las letras de índole poética . Sin duda era Horacio el emperador de la poesía, el modelo del estilo. Pero ni aún Horacio se escapó a la crítica punzante de los discípulos de Bello, los Amunátegui, formados en el latín de su lectura. Escribieron que “el hábil cortesano de Augusto”, 280 que también había “arreglado”, a su modo, fábulas ajenas (quizá para salvar a Bello, que hacía lo propio). “Como el buen Homero, dormitaba también a veces”, al referirse a los defectos de verosimilitud que había en la fábula de Estesicoro sobre el caballo y el ciervo —que a su vez tomó Bello—, empeorados por la ver- sión de Horacio. 281 Dije al inicio de esta sección que la gramática era la antesala del arte, del estilo en la escritura y que ese estilo estaba hecho de reglas y consejos categóricos. El clasicismo del siglo XVIII formu- ló verdaderos compendios de estilo. Estas reglas parecían emerger de los materiales mismos del arte, con lo que la idea de “regla” tenía algo de exagerado. Tomás de Iriarte ( 1750 - 1791 ), por ejemplo, traducía Ars poetica de Horacio 282 en versos de siete y once silabas métricas que él se apresuraba en llamar “silva”. Los consejos de Horacio —una epístola a ciertos nobles amigos— ilustraban torpezas del estilo, como fábulas seguidas de moralejas: jabalíes que entran en el mar y delfines que se hunden en las selvas. Sus personajes eran los de la fábula, pero la pres- cripción en vistosísimos versos estaba destinada a interpelar al lector que aprendía las reglas de la poesía mientras leía poesía, no por inferen- cia de Iriarte sino porque Horacio las había dispuesto así. De Horacio persistía un olvidado precepto redescubierto por el cla- sicismo. En la traducción de Iriarte se leía: “Qualquier asunto, pues, 280 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 216 ). 281 En lo que se oponían al dramaturgo y político español Javier de Burgos ( 1778 - 1848 ), que ellos citan, quien veía en la versión de Horacio “una oportunísima aplicación del injenioso apólogo de Estesicoro”. Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 216 ). 282 Sobre las fábulas de Iriarte escribieron los Amunátegui: “que no son mas que el Arte poética de Horacio enseñada por bestias, no pueden ser miradas como com- posiciones para niños, cuando son dirijidas, no siquiera a todos los hombres, sino solo a los literatos”. Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 212 ).
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