Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

540 de Eurípides, en cuya pluma el mito ganó forma, porque “en general lo aventaja [… a Eurípides]. Comparado el teatro griego con el de los franceses, nos parece que sólo una ciega admiración a la antigüedad puede disputar al segundo la gloria de haber perfeccionado bajo al- gunos respectos el arte”, dice Bello. 269 He ahí su clasicismo francés, romano y no griego. 270 Aunque se educó en lo “clásico” más que en el “neoclasicismo”, Bello vivió en Londres en tiempos en que precisamente se iba produciendo una transformación gradual. Al parecer, en un primer momento, esa transformación no concitó su simpatía. En las viejas anotaciones que hizo en Londres, la palabra “romántico” aparece asociada a inventos sin asidero, a veces incluso a simples patrañas, como cuando anotó: “Felipe Mousques, canónigo y canciller de la ig[lesi]a de Tournay escribió en verso una cronica de Francia que comienza en la guerra de Troya, comprende las ficciones de Turpin, [y otras mil patrañas románticas] y acaba en 1240 . Vease Du Cange Hist[oria] de Cons- tant[inopla]”. 271 Lo anterior está en sintonía con anotaciones que hablan de “romantic inventions” y “romantic additions”. Lo romántico parece haber sido te- nido por una profunda distorsión que decora los originales antiguos. los vericuetos de esta penetración francesa. Según apuntaba, para antes de 1710 Peralta Barnuevo había dado a la presentación en Lima una imitación del Rodogu- na , de Corneille y Las mujeres sabias , de Molière, en tanto que después de 1715 se tradujo Cinna de Corneille y antes de 1716 , la Ifigenia de Racine. Por ello, el “fran- cés estilo”, dice Menéndez y Pelayo, tuvo muchas dificultades para entrar en el mundo hispánico en tiempos de Fernando VI, y, en cambio, fue la ópera italiana la que habría derrotado al público, dejando de lado los preceptos de la verosimili- tud francesa y coronando a Metastasio. Ver Menéndez y Pelayo ( 1974 , pp. 1171 - 2 ). 269 “Compendio de la Historia de la Literatura”. En Bello (Vol. IX, p. 54 ). 270 Por ejemplo, al menos, en el caso del clasicismo de Bello, es inclusive una suerte de feminismo el que lo impulsa contra Grecia. Así, revisando las comedias de Aristófanes, Bello descarga su aversión a las supuestas gracias del “helenismo”, preguntándose retóricamente: “ ¿dónde están la riqueza de invención poética, y la profundidad de miras políticas, que admira en sus obras la estética sutil y de- masiadas veces paradojal de los alemanes?” Y atribuye este envilecimiento a “la costumbre asiática de encerrar a las mujeres, harto extendida en la Grecia, [que] ocasionó la falta de civilidad y delicadeza” y que causó la profunda perversión de “las costumbres (justo castigo de una opresión inicua)”. Ibid ., p. 56 . 271 Ver Cuadernos de Londres , cuaderno III, en Bello ( 2017 , p. 155 ).

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