Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
530 terrífico cuadro de Lord Byron. ¿Una batalla? Bernal Díaz, en su rastrera prosa, es una prueba de lo que vale lo que yo he llamado individualidad, para conmover profundamente el alma. La narración debe ser rápida, no como la del Jocelyn de Lamarti- ne, que camina perezosa entre la lozanía de las descripciones, y la autopsia de los sentimientos que el poeta desenvuelve en sus perso- najes. Nada de Psicología. Transparéntense las afecciones del cora- zón en las actitudes, en los movimientos materiales, en las palabras que arrancan la pasión al personaje, en el drama de la narración. Resumo mis ideas sobre este proceder de los grandes artistas con una sola palabra: Dido. Esto es lo más noble, lo más elevado del arte; y como el poeta debe sacarlo de su propio fondo, e inocularlo, no puede menos de chocarnos, como falsificador de la historia, cuan- do toma un asunto histórico conocido. Bajo este punto de vista, me parece mal elegido el descubrimiento de Magallanes para un canto épico, la luz de la historia desprestigia la epopeya, que, por eso, se ha refugiado a los asuntos de pura imaginación, a las leyendas, y a las tradiciones oscuras de una edad fabulosa y heroica. Usted ha navegado entre dos escollos: el incredulus odi de los lectores y la falta de vitalidad poética. Siento decir que no ha tenido la fortuna de su héroe. 256 La narración desde la individualidad había sido centro de las aten- ciones de Bello. Descubría esta gracia del genio más allá de los mo- vimientos históricos, en un estilo que emergía de la naturaleza. En “Historia de la conquista de México por un indio mexicano del siglo XVI”, en abril de 1827 , escribe: La presente [obra] añade muchas particularidades curiosas, a lo que ya sabíamos sobre la gran catástrofe del culto imperio mexicano, y sobre los personajes que figuraron en aquella escena trágica, una de las más grandes y maravillosas que presentará jamás la historia del mundo. Hay en la narrativa una individualidad y candor que cauti- van poderosamente la atención. El estilo es claro, sencillo y natural, 256 Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, pp. 326 - 7 ).
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