Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

527 espera su tema, se cree un estilo del siglo XVIII y no del XIX, mas vive y obra en el XIX. En su poema para el álbum de Isidora Zegers se hace pasar por este poeta cortesano, que para inventar suplica el pie forzado del “tema”: Eso yo lo sabré, sin que lo mandes. Mas, si te place, hagamos una cosa. Dame un asunto tú, no de los grandes que pidan alto ingenio, estilo fuerte, inspiración fogosa, sino sencillo, fácil, en que acierte, no a idealizar angélica armonía (eso a tu voz divina sólo es dado), no a contentar tu gusto delicado, a que dan cuatro idiomas alimento (¿cupiera en mí tan alto pensamiento?), sino a probar lo que conmigo vales; pues dócil a tu imperio soberano, tomo otra vez con atrevida mano la lira, que en las ramas funerales de sauces lloradores, monumento de una temprana tumba, colgué un día. Juré que nunca más la tocaría; quebrantaré por ti mi juramento. En suma, sólo pido que tú me des el tema. 253 A pesar de la legalidad gramática, de la formación neoclásica y la pri- macía de los usos, Bello proponía la creación como una primera ne- cesidad. A simple vista podría parecer contraintuitiva esta prioridad. Y he aquí nuestro asunto. El Cid es tan importante para Bello porque al escarbar en ese basural medieval (que era aquel acervo para mu- chos de sus postreros enemigos), Bello encuentra un tesoro: el de la 253 “Diálogo entre la amable Isidora y un poeta del siglo pasado”, vv. 56 - 76 , en Bello (Vol. I, pp. 279 - 80 ).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=