Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

522 frente a la suspicaz aristocracia. No es un simple perro pequeño que, como dice Corneille, ha salido de la nada, y no está acostumbrado a mandar. Muy por el contrario, Bello se transforma en uno más de los aristócratas; poco a poco entra en los ranchos de su amistad, incorpo- ra sus costumbres. Sabe mantener independencia del poder, se opone a veces a Portales enrostrándole los textos, de tal suerte que constru- ye su propia complicidad con la aristocracia. Al momento de escribir el Código Civil , cuestión que ya he señalado, en vez de hacerlo impo- ner por la presidencia, Bello inventa una comisión de “figurones” y les hace creer que han sido ellos quienes lo han redactado. Entonces, el mismo Bello se hace aparecer como uno más de los integrantes. En esto —al menos en esto— Bello es un clasicista del siglo XVII y no tanto del siglo XVIII. Ha adquirido esa sensibilidad gracias a la tragedia francesa y, es más, ha podido deslizarse majestuosa, serena y hasta parcamente, gracias al dominio del estilo, de saber que vive en el Chile del siglo XIX, en una tragedia corneliana del siglo XVII, tal como lo advirtió Alberto Edwards, al señalar que Chile respondía a una analogía de la fronda francesa, la llamada “fronda aristocrática”. 240 Este es el estilo a medias feudal, a medias burgués; a medias clasicista y a medias romántico; a medias liberal, a medias católico. redescubrir al cid Bello vivió dos años en la casa de Miranda en Londres. Se ha conjetu- rado que en su biblioteca accedió al Poema del Mio Cid en la versión del libro Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV , de To- más Antonio Sánchez. No obstante, esta edición tenía, según Bello, muchos defectos. Por eso se dio a la tarea de restaurarla, de acceder a un original más puro. Removió las capas de pintura, en gesto que de- velaría el genio, aun cuando parezca más rudo, de versión prematura 240 Esta tesis clásica predica que la fronda aristocrática chilena se parece a la francesa en su persistente oposición al presidente —el monarca, en el caso francés del Antiguo Régimen—, y se manifiesta en su opción parlamentarista. Bello es agente del “estado en forma” —terminología de Spengler que Alberto Edwards recoge—, por lo tanto, no es casualidad su cercanía a Portales. Pero los datos muestran que Bello no es un simple portaliano.

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