Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
519 (y al buen manchego apelo por testigo) salir de la justicia a la defensa, sepa que ha de tener por enemigo al mundo, que le guarda en recompensa la Peña Pobre de Amadís de Gaula, el hospital, la cárcel o una jaula. 235 Y es extraño que Bello además haya incursionado en una traducción del poema épico de “Los nibelungos” (tal vez desde el francés), que, en su versión, comienza así: Maravillas nos cuentan las canciones, que la pasada edad gustosa oía; hazañas de magnánimos varones, lances de guerra y fiestas de alegría; quejas de doloridos corazones venganza atroz y desleal falsía; escuchad los prodigios que os refiero, de fe constante y de valor guerrero. 236 Que los alemanes quisieran enfrentar a los invasores franceses ilus- trados oponiéndose al clasicismo, como si los franceses fueran los dueños de esa herencia europea, molestaba a los clasicistas españo- les, que eran en muchos casos afrancesados, y casi siempre libera- les. Los Böhl de Faber importaron desde Alemania una edición muy conservadora —y acaso reaccionaria— de los planteamientos de Schlegel sobre el caballero español. El Quijote aparecería, en cam- bio, como la ridiculización festinante de ese caballero, que, por otro lado, el Cid había encarnado tan bien. En “La Familia”, primera parte de “El proscrito”, una “leyenda” en el estilo romántico de Byron, 237 235 Orlando enamorado , vv. 1 - 32 , en Bello (Vol. I, pp. 361 - 2 ). En rigor, Matteo Boiardo, traducción de Andrés Bello. 236 “Los nibelungos”, vv. 1 - 8 , en Bello (Vol. I, p. 735 ). 237 La “leyenda” lleva por epígrafe los versos “neoclásicos” de Lord Byron en Sarda- napal : “Keep thy smooth words and juggling homilies/ for those who know thee not”; casi un consejo de diligencia.
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