Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

516 El “buen padre de familia” —personaje lívido del Código Civil , que Bello construye o reconstruye para proponer un estándar de compor- tamiento— es su engendro, de medio cerebro y medio corazón, y está, por supuesto, alejado del héroe corneliano del siglo XVII. Cuando Montesquieu escriba su El espíritu de las leyes , quedará bien estableci- do el carácter plebeyo y mediocre del estándar: “Las leyes —escribe— no deben ser en lo absoluto sutiles; ellas están hechas para gente de entendimiento mediocre, ellas no son en lo absoluto un arte de lógica, pero sí la razón de un simple padre de familia”. 229 Es importante el lugar de procedencia del “buen padre de familia” para comprender la gramática inherente a este personaje de la repre- sentación que el Código Civil se hace del mundo. Es una personalidad burguesa, claro, sometida a un orden que ha resultado de una nota- ble abstracción alcanzada por la filosofía y la práctica del absolutismo francés; pero también es un caballero cristiano, en el sentido de una síntesis entre dos tradiciones opuestas: obedece al concepto del ca- ballero inglés, del flemático sentido del compromiso asumido. Así el jansenismo ayudó a crear al personaje burgués del siglo XIX. 230 Sainte-Beuve sostiene que Port-Royal es la creación de la aristocra- cia de la burguesía y detecta a Domat entre ellos. 231 Jean Domat ( 1625 - 1696 ) fue uno de los juristas más consultados por Bello. “Se lee en los pensamientos de Domat, magistrado y jurista, jansenista notario y amigo de Pascal, la reflexión siguiente: ‘Los hombres de espada llaman a los oficiales (se llamaba oficiales a los que desempeñaban “oficios”, o sea, sanciones judiciales o administrativas) hombres de escritorio; ha- bría que llamar a los oficiales hombres de cabeza y a ellos hombres de 229 Citado en Cabrillac ( 2009 , p. 246 ). El capítulo trata sobre los destinatarios del Código. 230 Bénichou ( 1984 , pp. 116 - 7 ) escribe: “La crítica conservadora del siglo XIX por el jansenismo se alimenta de esta doble corriente, ya que el jansenismo contribuyó a acreditar en gran parte los dos postulados, eminentemente burgueses el uno y el otro, de la omnipotencia de la naturaleza, y de la necesidad de retenerla duramente. Con esto creó un carácter muy distinto del que se verá en el caballero impulsivo, fachendoso y derrochador: un tipo a la vez positivo y forzado, consciente de sus apetitos y resuelto a controlarlos. Se puede medir la influencia y la fuerza del jansenismo por el hecho de que el burgués francés, no bien dominó la sociedad, impuso como un ideal este tipo, hoy vuelto clásico, en el que un sentimiento prosaico de las cosas va unido a una dignidad sobria”. 231 Ibid. , p. 117 .

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