Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

508 Atención, porque en este capítulo narraremos una doble trama que confluirá en una sola: la de la Francia que guillotinó al héroe (más de un siglo antes de la Revolución francesa) y la de Bello, que tuvo que matar a los propios para poder resucitarlos. nuevas versiones de el cid En España, a principio del siglo XVII, Guillén de Castro estrenó su drama histórico Las mocedades del Cid , cuyo tema era la juventud del héroe Rodrigo Díaz y especialmente las tensiones que en él desen- cadenan el amor y el honor. No poca razón tuvo Joaquín Casalduero Martí cuando resumió este drama diciendo que ser noble cuesta mu- cho. Por su parte, Pierre Corneille tomó el drama de Guillén de Castro y en 1637 dio a las tablas francesas la tragedia Le Cid . El Cid de Corneille fue un emblema político. Se dice que Corneille recibió su título de nobleza porque la reina Ana de Austria, mujer del rey Luis XIII, y afín a la monarquía española por sus lazos dinás- ticos más próximos —era miembro de la casa de Habsburgo cuando todavía esta regía el Imperio Español—, miró con entusiasmo esa especie de propaganda que se hacía en la más importante tragedia francesa del héroe hispánico. Desde su confinamiento medieval, El Cid pasó con Corneille a la cima de la más alta literatura universal. El problema será que ese personaje ya no era viable como modelo para el mundo que venía; su estilo estaba siendo demolido, proceso en el que cupo a Bello un papel significativo. A él, nada menos, que por herencia, tribulacio- nes y gusto tenía tanto en común con esa figura, tal como la reina Ana. Lo que vendrá será una mutación del estilo a través de un nue- vo estándar de comportamiento. Y lo que sería del Cid estuvo tocado por el surgimiento de un nue- vo personaje en Francia, uno que era más héroe hacia dentro que hacia afuera. Bello, criado en el primer estándar, participará de la implementación del segundo; su vida estará cruzada por esta íntima seno de estas envilecidas municipalidades”. “Memoria histórico-crítica del Dere- cho Público chileno”, en Bello (Vol. XXIII, p. 331 ).

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