Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
506 medioevo español, como apuntaba a su vez Simonde de Sismondi, era una época de libertad, un ejemplo para la tradición española; no así lo que vendría después con Felipe II y sus enormes parrilladas genocidas, sus autos de fe. El realismo de la fuerza después del Quijote deterioró todos esos ideales. Bello anota tres ideas claves que hablan de la ascendencia española sobre sus vecinos medievales: “Los poetas Provenzales contribuyeron mucho á los progresos de la literatura italiana” y “los Provenzales debieron acaso á los Españoles los primeros exemplos poéticos”, y es que “se hacia desde muy temprano un gran comercio entre Francia y España”. 205 Así, en tiempos de Bello, parece ver venir desde Francia algo perdido en la vieja España, esa que salió a los ma- res a conquistar el mundo nuevo, del cual Bello fue hijo. La reconstrucción que durante décadas Andrés Bello haría del Poema del Mio Cid , entre tantas otras ocupaciones, fue su gran apor- te al romanticismo. Este legado es, en su misma producción, román- tico. Bello reconstruyó, sabemos ahora, con muy pocos elementos el texto del poema. Esta reconstrucción requirió de su imaginación y sus corazonadas. En este ejercicio Bello fue muy atrevido. Se dejó poseer por el atrevimiento del caballero como en pocas de sus inter- venciones en este mundo. Menéndez y Pelayo escribiría a Miguel Luis Amunátegui señalando que la reconstrucción del Mio Cid por Bello era mejor que cualquier reconstrucción de eruditos alemanes (“El poema del Cid, que lo rehí- zo y lo resucitó para las letras como a nuevo Lázaro”, también señaló por el mismo tiempo, aunque con menos credenciales, Bañados Espi- nosa). 206 Menéndez y Pelayo, terriblemente crítico, no era dado a ala- banzas inmerecidas, menos al escribirse con liberales como Amunáte- gui. Pues bien, como vio el amigo londinense de Bello, Blanco White, el Quijote había conducido la literatura española hacia un realismo deslavado. Los españoles habían sido interrumpidos en sus cuentos de hadas y caballeros, en su magia, por la ironía cervantina. El Qui- jote, trizando la imaginación, había despertado del sueño dogmático 205 Cuadernos de Londres , cuaderno III, en Bello ( 2017 , p. 156 ). 206 Bañados Espinosa ( 1966 , p. 106 ).
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