Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

497 desarrollar sus razonamientos, a ligarse con la ley vigente (además de ser una, entonces, nada obvia operación de concatenar el sistema ilustrado de creación de ley y aplicación de la misma), era una manera de colocar la letra como único soporte de la razón, para que de este modo la falta de razón se evidenciase y se volviera fácilmente objeta- ble, enjuiciable. En el mejor de los casos, que el juez se vea obligado por las letras, por la ley escrita en tinta fresca; que se le haga cuesta arriba oponérsele o rehuirlas. la prosa del poder En los alegatos a favor de la codificación abundan las metáforas que vindican la letra y desacreditan el papel. Como en ese monólogo del Fausto de Goethe, en el cual la queja es por el “revolver las palabras”, esas palabras se revuelven cuando salen de los viejos anaqueles que yacen apilados. Es la “hojarasca” del soporte que oculta el poder de la letra, por mucho que la preserve sobre su superficie. En la sesión del 14 de junio de 1833 , Bello ya había dicho: Reducidas las leyes civiles a un cuerpo bien ordenado, sin la ho- jarasca de preámbulos y de frases redundantes, sin la multitud de vocablos y locuciones desusadas, que ahora las embrollan y oscu- recen; descartadas las materias que no han tenido nunca, o que ya han dejado de tener aplicación al orden de cosas en que vivimos, ¿cuánto no se facilitará su estudio a la juventud? El libro de las leyes hacha. En materias de reformas políticas no somos inclinados al método de de- molición; pero nuestro sistema de juicios es tal, que nos parecería difícil no se ga- nase mucho derribándolo hasta los cimientos y sustituyéndole otro cualquiera”. Bello (Vol. XVIII, p. 460 ). Escribía además sobre el progreso que significa fundar las sentencias: “Que esta diferencia se debe en gran parte a la práctica de fundar la sentencias, es para nosotros indudable, porque ella tiende a producir orden y coherencia en el sistema legal, y del orden nace la luz, y la luz no es menos inse- parable de la belleza en las artes, que de la verdad en las ciencias”, ibid ., p. 467 . Tres años después, Bello escribe: “La seguridad, la propiedad, el honor, todo, en fin, cuanto el hombre busca y encuentra en la sociedad estriba precisamente en la recta administración de justicia. Son sin ella las leyes un vano simulacro porque nada importa que existan y sean las mejores, si su mala aplicación o inobservan- cia las anula o si para conseguir su efecto se han de experimentar mayores males que los que obligaron a reclamar su cumplimiento”. “Administración de justicia”, en Bello (Vol. XVIII, p. 503 - 4 ).

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