Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

493 el estilo del clasicismo, en cuanto a la codificación, está en que la ley oculta todas sus fuentes, y por eso, se hace más clara. En lo que atañe a la educación literaria y el código, Bello sigue citando a Martínez Marina: Cuando se lleguen a disipar estos nublados, cuando se perfeccio- ne entre nosotros la educación literaria, cuando se progrese en el buen gusto y arte de razonar, cuando no se opongan obstáculos a la luz que brilla y resplandece en otros países, cuando se rectifique la opinión pública y se generalice la instrucción y la sabiduría: enton- ces se conocerá la necesidad y se tratará seriamente de formar un código digno de la nación española. 184 Para Martínez Marina los ejemplos eran los de Francia, Prusia y Aus- tria, y en su recapitulación de códigos, que comienza con el danés de 1683 , consideraba al francés el mejor acabado. De todos, la Novísima Recopilación ( 1805 ) era según él la peor: “Sumamente defectuoso en las cualidades que tienen dependencia de la filosofía, la lógica y la gra- mática”. 185 Bello enumeraba los vicios que, según Martínez Marina, ha- brían producido el “indigesto” de la Novísima Recopilación, y esos vicios tienen todo el aire de la oposición romántica al código de Bonaparte: “La ignorancia de la filosofía del Derecho; el amor ciego a las antiguas leyes; el odio popular, injustamente concebido, contra las novedades” y el “voto”, agrega —citando otra vez a Martínez Marina—, de los “doctos de la ley”, es decir, los grandes juristas conservadores de ese entonces. Martínez Marina había dado todas estas opiniones en el contexto de la lucha española por la codificación. Era el equivalente de lo que Anton Thibaut era en Alemania. Sus dardos apuntaban a los homólo- gos de Von Savigny en España. Todas estas polémicas son, en suma, tomas de posición alrededor de las ideas jurídicas legadas por la Re- volución francesa. Al citar tanto a Martínez Marina, Andrés Bello no hacía sino hacerlo decir lo que de otra manera hubiese tenido que expresar él mismo. 184 Guzmán Brito ( 1982 , pp. 112 - 3 ). 185 Ibid ., p. 113 .

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