Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

492 La idea del código, como también la de la gramática, es que, en tan- to objetos, sean volúmenes, libros disponibles, 180 abarcables para el ciudadano común o “el buen padre de familia” (el personaje imagi- nado por Bello para establecer un estándar de comportamiento). 181 Napoleón había expresado esta finalidad cotidiana cuando dijo que su Código debía estar en los veladores de los franceses junto a la Biblia, 182 y Bello también argumentará a favor del libro compatible con la vida del hombre moderno. 183 No es que no existiesen codificaciones de la ley antes del Códi- go de los franceses . Es que aquellas codificaciones eran —como dice Martínez Marina— levantadas desde y entre los escombros. El aporte de la Ilustración y el estilo neoclásico, entonces, es la de la temeridad consistente en erigir el edificio sin reciclajes tan evidentes. Pues bien, 180 Escribe Bello en defensa de su proyecto de código: “Reducidas las leyes a un cuer- po bien ordenado, sin la hojarasca de preámbulos y frases redundantes, sin la multitud de vocablos y locuciones desusadas, que ahora la embrollan y oscure- cen, descartadas las materias que no han tenido nunca, y que ya han dejado de tener aplicación al orden de cosas en que vivimos, ¿cuánto no se facilitará el es- tudio a la juventud? El libro de las leyes podrá andar entonces en manos de todos; podrá ser consultado por cada ciudadano en los casos dudosos, y servirle de guía en el desempeño de sus obligaciones y en la administración de sus intereses”. “Codificación del Derecho Civil”, en Bello (Vol. XVIII, p. 213 ). 181 En el artículo 44 de su Código Civil , Bello distingue tres especies de culpa o des- cuido: culpa grave, culpa leve y culpa levísima. “El que debe administrar un ne- gocio como un buen padre de familia es responsable de esta especie de culpa [la culpa leve]”, mientras que la “culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes” [la cursiva es mía], en Bello (Vol. XIV, p. 53 ). 182 Bertolt Brecht en La ópera de los tres centavos se burló de esta cotidianidad bur- guesa, cuando Mrs. Peachum protesta que el bandido Mackie Messer es “un anar- quista que no cree en la Biblia ni en el BGB [el Código Civil alemán]”. En Brecht ( 1986 , p. 47 ). 183 En el artículo “Reforma judicial” escribe: “Leyes sabias hemos tenido, es cierto, desde la dominación española, aunque exigían algunas reformas análogas a los adelantamientos del siglo y a nuestras actuales instituciones. Pero estas mismas leyes, diseminadas en vastos volúmenes, oscurecidas por el desorden, por las contradicciones y por las innumerables glosas de los comentadores, no podían presentar una norma segura a los ciudadanos para dirigir sus acciones, ni a los jueces para decidir con acierto las cuestiones sometidas a su conocimiento. Era preciso salvar todos estos inconvenientes; era preciso purgar nuestra legislación de toda especie de trabas que coartasen la libertad civil, desnudarla de todas las contradicciones que ofuscasen los preceptos de la ley, sacarla del tenebroso la- berinto de los comentarios, presentarla en cuerpos ordenados y reducidos que facilitasen su conocimiento a toda clase de individuos y que a una rápida ojeada ilustrasen a los jueces en el ejercicio de sus importantes atribuciones”, en Bello (Vol. XVIII, p. 621 ).

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