Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

462 Lo que viene a significar que la gramática es el mínimo común de la “lengua literaria”. Agrega Alonso: “Así es como la gramática de Bello es directamente gramática de la lengua literaria, con extensiones al uso doméstico que las gentes educadas hacen de ella”. 113 En síntesis: “Bello, pues, concibe la gramática como una iniciación en la lengua del arte”. 114 La idea es que entonces todo orden social tiende a —y requiere su— poesía. Por eso los imperios la buscaron con premura. Bello mezcla el nombre de América entre los de lugares de la historia de Occidente, es decir, coloca a América entre las civilizaciones. Tras la caída de la antigüedad, la originalidad de un estilo es la pe- culiaridad de su rima. Durante su cautiverio bibliófilo en Londres, Bello estudiará los gérmenes de las rimas medievales, gracias a los cuales podrá conjeturar tanto acerca de la gramática, el Derecho y el estilo hispánicos. La rima fue una extraña invención que Bello cuidaba. Y es que la regla de la rima atraía hacia la superficie de la mente visiones que sin ella esta no hubiese añorado ni explayado. Se trataba de una extraña asistencia del sonido a la imaginación, más que de una camisa de fuer- za, como se sugirió en casos muy estrictos de rima como el soneto. 115 Además, en los reinos de la rima había distintos niveles. Hay poe- sía castellana “cuyos primores se escapan aun a muchos de aquellos que mamaron el habla castellana con la leche”. 116 Es el caso de la rima 113 Ibid ., p. XVIII. 114 Ibid ., p. XIX. Por su parte, Belford Moré sostendrá que la ortología es presentada como un pie forzado de toda apreciación poética. No bastando la gramática a secas, en la ortología la gramática comienza a complejizarse como arte. 115 El filósofo escocés Thomas Brown ( 1778 - 1820 ) se había preguntado por la nece- sidad de la rima en la poesía y había sugerido que eran las rimas, al seleccionar una serie de sonidos, las que hacían aparecer ante la mente una serie acotada de imágenes, las cuales seguramente no se hubiesen representado a la mente del poeta sin ese pie forzado. Decía Brown, en la cita de Llorens: “¡Cuántos de los más bellos pensamientos e imágenes poéticas se deben a esos sonidos finales, que se sugieren uno a otro por su semejanza accidental, y que en el hecho de obligar al poeta a detenerse, hasta acomodar el metro, con perfecta propiedad de ideas y de medida, a la imperiosa necesidad de la rima, le presentan durante ese intervalo mayor variedad de imágenes que las que espontáneamente nacerían en su espíri- tu si no lo sujetara aquella inevitable restricción”. Llorens ( 1980 , p. 65 ). 116 “Uso antiguo de la rima asonante en la poesía latina de la media edad y en la fran- cesa; observaciones sobre su uso moderno”, en Bello (Vol. VI, p. 353 ).

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