Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

458 que lo común a esas vulgares es precisamente el vulgar , la lengua natu- ral, distinta de la gramática. Como Dante, Bello fue gramático y poeta, y por tanto cargaba con esa doble militancia en tiempos en que ya había indicios de que tales bandos eran rivales, o bien un tanto incompatibles. La lengua se sabo- rea y también se limpia, como un gato a sí misma. Esta combinación fisiológica es la del poeta y gramático que era Bello, más natural que histórica, que resulta en un opaco logro de su ingenio. Como poeta, Bello era un gramático fuera de sí y autocontenido, maniatado por su excesiva conciencia reglamentaria. Era la suya una poesía de las altas y cada vez más inaccesibles jerarquías de la belleza, una belleza nervada de legalidad, casi inaprehensible. Como gramático era un poeta de mi- les de miniaturas, de discretas iluminaciones que se iban colando en el texto, cuando eran citas —verdaderos intertextos— a otros poetas, sacadas a pito de ejemplo —o sea, bajo esa inapelable excusa—, o bien constituían al texto mismo, dando cuenta así de una posibilidad poética de la convencionalidad propia de la gramática. El texto de su Gramática o el del Código Civil es como habitar una casa que tiembla día y noche, pero que nunca es sacudida por una fuerza dañina. Todos los objetos gramáticos y jurídicos de la casa de Bello vibran, pero ninguno se cae, ninguno se mueve de su sitio, ninguno se quiebra. Los límites entre los campos propios de la gramática y los de la poesía eran definibles en tiempos de Bello. El territorio del sonido, de los ritmos, acentos, sílabas métricas, hiatos y diptongos estaba traspa- sado por muchos puentes. De ahí el papel de la prosodia: 103 La prosodia en una lengua es un estudio de esencial importancia, no sólo porque sin él no es posible percibir bastantemente el ritmo 103 ¿Qué es la prosodia? Bello dice que hay dos tipos: la primera, “reglas generales rela- tivas a la colocación del acento agudo en los vocablos, derivándolas ya de su estruc- tura, ya de sus funciones y de las relaciones que los vocablos tienen entre sí como signos de las ideas. […] Qué diferencia hay entre la lenguas griega y latina, por una parte, y las lenguas romances por otra en cuanto a los acentos y cuantidades de las sílabas; y qué plan debe abrazar un tratado de prosodia para la lengua castellana” , en Bello (Vol. VI, p. 502 ). En la Gramática , no obstante, no dice que los vocablos sean signos de las ideas; segundo: “Corresponde salvar las dificultades que presenta la computación de las sílabas cuando concurren dos o más vocales en una misma dicción; determinando en qué casos deben pronunciarse como vocales separadas, como diptongos o como triptongos”. Ver Bello (Vol. VI, p. 349 ).

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