Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
450 ¿Se dirá que el ajuste que hagamos con el gobierno liberal de España pudiera no ser reconocido por el gobierno del pretendiente, si éste triunfase al fin? La suposición es inverosímil pero admitámosla. El pacto celebrado con el gobierno de Isabel II nos daría siempre un título de mucho valor a los ojos de todas las naciones que la han reconocido como soberana de España; y sobre todo nos hallaríamos en la misma situación que ahora; las negociaciones habrían sido in- fructuosas, pero no habríamos perdido nada. 90 Y es que la escasa experiencia de un Derecho independiente hacía proliferar debates casi paranoicos. La normatividad propiamente americana, que inspiraba a Bello en la gramática y en el Derecho, es magistralmente pensada así por Pedro Henríquez Ureña, quien señala que en América hispánica se da la situación curiosa de que la “ley se anticipe a la realidad y la vaya modelando”, porque “entre la norma y la realidad había una afinidad secreta”. 91 Que en Hispanoamérica se haya dado el escenario ideal de un mundo donde la ley puede existir antes que la realidad, y, por lo tanto, la ley invente la realidad, casi puede motejarse de una fantasía; una fantasía del poder. Será una ex- tendida confianza en la decisión de los progresistas americanos. Hoy, en cambio, la realidad social ha sido muchas veces descrita como oculta al poder. La ley se tendrá por artefacto sobrepuesto, in- capaz de penetrar en la realidad profunda del orden social subalter- no. 92 La efectividad de la ley, según estas críticas, pareciera imposible, un asunto superficial, adherido a la nata del poder. El uso de la men- tira en Latinoamérica nos da idea de un modo de ser ya harto consti- tuido. Tiene algo de la disposición de los criollos frente a las órdenes que se daban desde la metrópoli del Imperio Español. Bello tal vez lo entiende así. Su búsqueda de una normatividad propiamente americana quizá conoce ese problema. En El Repertorio 90 “Reconocimiento de las repúblicas hispanoamericanas por España”, ibid ., p. 547 . 91 Henríquez Ureña ( 1978 , p. 32 ). 92 Escribe Danilo Martuccelli ( 2009 , p. 133 ): “[...] convivencia constante entre el abuso abierto y el desafío taimado. Lo único que está verdaderamente prohibido es el desaire. A lo más, es posible expresar una sonrisa: plena en el caso de los dominadores, contenida —pero visible— en el caso de los subalternos”.
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