Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

444 que varios de los censores franceses hayan estado vinculados al Mi- nisterio de Relaciones Exteriores, al mismo ministerio de Bello. Más que un “funcionario encargado de vigilar la palabra impresa”, Bello saturó él mismo las escasas lecturas de la palabra impresa, su modo de producir una antología, de censar sin censurar, sin prohibir la pro- ducción ajena. Por eso lo vemos imitando, produciendo con su propio trabajo la cultura interna y la externa. Como dijo en 1778 Guillau- me-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes, el gran administrador de la censura a quien se debe en parte el triunfo de la Enciclopedia : “Aquel hombre que sólo leyera los libros que aparecieron original- mente con la sanción explícita del gobierno, como prescribe la ley, estaría un siglo al menos detrás de sus contemporáneos”. 78 Bello era demasiado consciente de este rezago, pero al mismo tiempo sabía del papel que desempeñan las atmósferas para la tolerancia que engendra tolerancia y no aquellas que la malogran. En diciembre de 1832 había sido designado miembro de la comisión de censura; él, quien se mani- festara contra la censura. 79 La aduana de Bello fue muy efectiva: a toda idea europea oponía su tamiz. Su aduana era una cuestión de simetría histórica e internacio- nal, que seguía estando demasiado atenta a la fragilidad de los logros republicanos en América. “Se trata —escribirá Eduardo Plaza—, antes que todo, de defender y vindicar los derechos nacionales, cuando to- davía no se ha alejado completamente el peligro de que puedan ser conculcados”. 80 Desde otro punto de vista, también era un filtro que revisaba la ofi- cialidad interna del gobierno nacional; una aduana desde el otro lado. Y siempre al amparo de la publicidad de los asuntos públicos. Pese a que tal vez no fue escrita por Bello, así lo prefiguraba una “Adverten- cia” —valga esta redundancia— con que se inicia el primer número de El Araucano —ese “periódico ministerial” (como dijo José Miguel In- fante) — , que exponía los objetivos e inspiración de esta publicación a la que Bello dedicará décadas y las atenciones más detallistas: 78 En sus Mémoires sur la librairie et sur la liberté de la presse , ibid ., p. 31 . 79 Bocaz ( 2000 , p. 225 ). 80 “Introducción”, en Bello (Vol. X, pp. XVI-XVII).

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