Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

44 Esta idea, en la que se lo muestra por sobre las divisiones más origi- nales que estudió, es a menudo el comienzo de un Bello exento de polémicas, que debe agradar a grandes y chicos; especie de emblema chileno universitario, jurídico, nacional, americano, que no asume compromisos con el pequeño disturbio que es la historia misma. Una visión así de Bello, que servía a todos y, por lo tanto, a ningu- no, deidad invocada en actos oficiales y propósito de mejores pala- bras, acabó por silenciar todas sus polémicas atractivas. Ciertamen- te, él mismo contribuyó a este legado vacío, porque era muy dado a eludir enfrentamientos face to face . Sin embargo, no es lícito que su imagen crítica resulte de sus estrategias como comunicador. Este libro, bajo la apariencia de una sinfonía de citas, busca una “luz de conjunto”, como ha dicho Marc Fumaroli. El lector o la lectora se encontrará con muchas otras citas que, sin ser de Bello, cumplen la función común a todo texto que reconoce deudas, pero que, además, intentan ir mostrando varios aspectos: el carácter poco polémico del personaje para sus estudiosos; la textura de la opinión en distintos momentos; la individualidad, muchas veces solitaria, de quienes lla- mó poderosamente la atención. Siendo más concretos, en la bibliografía sobre Andrés Bello y su obra, existen al menos cuatro tonos que aparecen, en ocasiones, quí- micamente puros y, en otras, mezclados en proporciones bien dife- rentes. Los comentarios más antiguos, aquellos escritos en vida de Bello y después, muchos de ellos con ocasión de algún aniversario, son de marca apologética. Se trata de una defensa, a veces no se nota claramente contra quién o quiénes. Este es el tono, por ejemplo, de la Vida de don Andrés Bello , de Miguel Luis Amunátegui —que, según el erudito en Bello Pedro Grases, agotó lo nuevo que pudiera decirse de Bello, al menos en su estancia de treinta y seis años en Chile—; la cual, pese a ser una obra completísima, no lo critica nunca o casi nunca, y cuando lo hace es para señalar, por ejemplo, la pésima caligrafía de Bello, asimilándola a una mala influencia de la escritura del filósofo Jeremy Bentham, cuyo estudio le ocupó en Londres algún tiempo; o cuando erraba en un año y un día la fecha de su nacimiento. 61 Un 61 La documentación que halló Arístides Rojas en la Universidad de Caracas le

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