Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

439 se da a conocer) es muy difícil calcularlo. ¿Confía acaso que el estilo podrá controlar tanto o se fía de la flexibilidad de los jefes? Pero uno de los aspectos que más asombran en la personalidad de Bello es su capacidad para insistir, pese a los materiales que se encon- traba. Bello pudo haberse propuesto ser un gran europeo más, pero renunció a este homenaje y, en cambio, apostó por una posteridad que se veía poco fructífera. Se dedicó a cultivar los frutos posibles de su continente, operando desde una república entonces pequeña y pobre, comparada con otros gigantes de la región. Quizá por las penurias económicas que sufrió, quizá por su natura- leza rigurosa, escéptica y a la vez optimista, Bello no decía esta casa no está a mi altura, esta universidad no lo está, no lo está esta re- pública ni este país. Pensaba que él debía darlo todo para que Chile estuviera a su altura, de tal forma que él pudiera estar a la altura de los designios del país. Bello no se quejaba de la voluntad política ni de la materia prima. En realidad, había mucho de qué quejarse a este respecto, pero su discurso más tenía de manipulación neoclásica que de alegato romántico. Estas son claves de su paciencia.

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