Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
436 y busca en vano entre la negra noche a los amigos astros. Pide la paz entre la lid el fiero Tracio; la paz, el Medo belicoso que adorna el hombro de dorada aljaba; la paz, que ni la púrpura ni el oro, ni los diamantes compran. 65 Y luego se conocieron, en un manuscrito, las siguientes cuatro estro- fas, no definitivas. Una de las cuales dice: Gozarse puede en la escasez la dicha. ¡Feliz aquél en cuya parca mesa el paterno salero brilla solo! Ni sórdida codicia ni temores el leve sueño ahuyentan. 66 Pero en el mismo Bello, así como en el propio Horacio que él traduce, están presentes las contradicciones del arrojo y la precaución. La se- guridad marítima —legal— del imperio ha resultado de las ansias, las impaciencias iniciales, la aventura de quien se arriesga. Escribe Bello en A la nave, oda imitada de la también horaciana O navis , todavía en Caracas, “una imitación felicísima de su célebre modelo”: 67 ¿Qué nuevas esperanzas al mar te llevan? Torna, torna, atrevida nave, a la nativa costa. Aún ves de la pasada tormenta mil memorias, 65 “Pide la dulce paz del alma al cielo”, vv. 1 - 10 , en Bello (Vol. I, p. 164 ). 66 “Pide la dulce paz del alma al cielo”, vv. 16 - 20 , ibid ., p. 165 . 67 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , p. 186 ).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=