Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

432 Bello y su amigo propiciaban una lenta reforma de la ortografía, que se fuese dando en etapas no traumáticas. Ahora —y esto es todavía más interesante—, en el caso de la x , Bello y García del Río recono- cen, a esa fecha, no tener claridad acerca de los sonidos en los que se resuelve la x , o sea, que: “Nosotros no tenemos por seguro que la x se resuelva o parta exactamente ni en los sonidos c, s, como afirman casi todos, ni en los sonidos g, s, como (quizá acercándose más a la verda- dera pronunciación) piensan algunos […], pero este es un punto que sometemos gustosos, no a los doctos, sino a los buenos observadores, que no den más crédito a sus preocupaciones que a sus oídos”. De esta manera, su reforma no pretendía estresar la historia de la lengua, sino que sincerarla. paciencia política Hijo y padre de otro estilo, tiempo después Flaubert diría —nos re- cuerda Walter Benjamin refiriéndose a Baudelaire— “de toda la políti- ca sólo entiendo una cosa: la revuelta”. 57 A Bello podemos imaginarlo diciendo exactamente lo contrario: de toda la política sólo una cosa no entiendo: la revuelta. El estilo, en ese sentido, es un problema también político en que también se desenvuelve la paciencia. El estilo revestía suma impor- tancia para el manejo de los aspectos más contundentes de la vida social y política. En su despacho nº 40 , del 12 de julio 1822 , que Cha- teaubriand reproduce en sus Memorias de ultratumba , se refería así al rey Fernando VII: No he esperado nunca nada bueno del rey de España por lo que no me coge por sorpresa. Si ese desgraciado príncipe ha de perecer, la forma en que se produzca la catástrofe no es indiferente al resto del mundo [las cursivas son mías]; el puñal no mataría más que al monarca, el cadalso podría acabar con la monarquía. ¡Ya hemos tenido bastante con el proceso de Carlos I y Luis XVI; preservemos 57 Benjamin ( 2012 , p. 94 ).

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