Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

418 Bello ve que la historia nace de la poesía. Pero se trata una poesía narrativa, de una historia adulterada por la maravilla. No ve en esa adulteración un defecto. Los poetas-historiadores son para él un gran logro poético. Es más, Bello ve en las emancipaciones americanas un momento histórico para volver a refundir historia y poesía. Un mo- mento providencial para la poesía narrativa y la épica. Sin embargo, en las mismas descripciones que hace Bello se cuelan categorías que difícilmente podrán volver a ser refundidas. El hecho mismo de hablar de poetas-historiadores muestra que las aguas ya se han dividido. Un poeta-historiador, como Alphonse de Lamartine, quien escribió sobre la Revolución francesa, causa revuelo. Carlos Be- llo Boyland, en carta a su padre, fechada en Bruselas, el 14 de julio de 1847 , objeta a Historia de los Girondinos : A mi ver, el poeta se trasluce a cada paso con perjuicio del histo- riador. Aquel pinta los más deliciosos cuadros; pero carece de valor para resolver las grandes cuestiones. Luego, hay de cuando en cuan- do ciertas alusiones a la mano y miras de la providencia en hechos y acontecimientos donde fuera mejor ver las ciegas pasiones de los hombres y la corriente irresistible de la revolución. Halla apenas una queja para las víctimas del frío y cruel Robespierre. Pero V. leerá. 28 “Bajo las alas del erudito asoman alas arcangélicas: el erudito es poe- ta”, escribió Silva Castro. 29 Si la poesía podía estar recorrida por el asunto histórico, era más difícil que la historiografía pudiera dejarse zarandear por la poesía. Por lo mismo, a veces da la impresión que cuando Bello es poeta, es poeta a sabiendas de esa fractura. Esta es una acusación que reviste cierta gravedad. Pareciera que cuando es poeta es cuando se apresta a no decir la verdad, a darse un respiro de ella, y de la experiencia a la que tanto respetaba. El asunto recuerda la diferencia entre la poesía “sentimental”, de la que nos habla Schiller, en oposición a la poesía “ingenua”. Está claro que Bello no puede ser un poeta ingenuo, el asunto es ver si pudo ser 28 Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, p. 156 ). 29 Silva Castro ( 1865 , p. 11 ).

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