Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

407 respecto de su actividad (Bello aconseja nuevas clasificaciones para la poesía, e incluso “la arbitrariedad absoluta” para “consultar la va- riedad”). 3 La autoconciencia, por así decirlo, principia cuando Bello, ya en Europa, se encuentra con oposiciones intranquilizadoras, por las cuales él queda categorizado. Al parecer quiso eludir esa forzosa implicancia. Su divulgación de los escritores románticos parece una prueba contundente de ello. En el ámbito de la política, decir que Bello fue un conservador, un derechista, o peor, un criptomonárquico, es mirar el universo des- de muy afuera. Es cierto que si hubiera que vincularlo políticamente, insistir en que fue un conservador o un autoritario no sería comple- tamente errado. Pero habría que advertir, a su vez, que Bello no hu- biese sido un miembro del Partido Conservador. En muchos asuntos, pudo ser un conservador, pero totalmente ecuménico. Es ese modo conservador el que puede incluir a Francisco Bilbao mientras no le genere verdaderos inconvenientes, y el que pudo mantenerse siem- pre junto a los hermanos Amunátegui, pese a que no cejaron en su lucha contra los poderosos sectores retardatarios chilenos. Andrés Bello puede ser considerado uno de los principales antecedentes de lo que se ha dado malamente en llamar la derecha ecuménica chilena clásica —puesto que esa palabra tiene algo de parroquia—, aquella de Zorobabel Rodríguez y Juan Luis Sanfuentes. La misma no tardó en colapsar. Los ismos fueron más efectivos: eran, ante todo, más sis- temáticos, comprensibles, explícitos y factibles del eslogan y, por lo tanto, de verse publicitados. La libertad podía ser salvajismo; el impe- rio podía ser servidumbre, sometimiento. El animal bravío ni es en- teramente doméstico ni enteramente salvaje. En este equilibrio tenso 3 En una carta a Juan María Gutiérrez, fechada el 7 de octubre de 1845 , Bello escri- be, a propósito del orden alfabético que Gutiérrez pretendía dar a su antología de poesía americana: “La dificultad de la clasificación por materias no es invencible; porque si hay composiciones que no pueden reducirse a los antiguos géneros y especies, se hacen para ellas especies y géneros nuevos, según la costumbre de los naturalistas. Esto daría tal vez a V. la ocasión de presentarnos una clasificación nueva sobre otras bases que las de la escuela clásica, y en una teoría estética, que calificase las producciones anómalas y señalase sus tipos y leyes fundamentales. La arbitrariedad absoluta en el orden de las composiciones sería, por otra parte, un medio excelente para consultar la variedad, y hacer pasar lo serio al lado de lo jocoso, y lo filosófico y religioso entre lo erótico; cuidando sólo de no hacer demasiado fuertes los contrastes”. Epistolario II, en Bello (Vol. XXVI, p. 108 ).

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