Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

406 reírse de ustedes mismos; prescriben la moral en la política, y su íntima conducta no es sino intriga y chicana; proclaman igualdad, y se hacen llamar merced; gritan democracia, y tienen asco de los pobres; adulan por delante y asesinan de atrás, y todavía hablan a boca llena de camaleonismo. ¡Hipócritas débiles, llenos de grandeza en la boca y de flojedad en las manos! 1 Con alguna variación, este es el “estilo” del que se habla hoy cuando se habla del “estilo”. Se habla de una forma de caminar, de hablar, de relacionarse. Pero aquí nos referimos a otro estilo, a uno que podría ser el de aquel viejo ridiculizado por la joven generación románti- ca americana de mediados del siglo XIX. Esta generación triunfó, en cierta medida, porque entendemos el concepto de estilo en conformi- dad a esa pose. Cuando no aludimos con él, en la academia, al origen de la “estilística” como disciplina autónoma, esto es, una retórica tar- día que no pretende ser estilografía. Pero, antes de la pose romántica, el estilo concernía a una forma firmemente esculpida: stilus era, en latín, el punzón con que los romanos escribían en sus tablas. El estilo era la herramienta por la cual la letra quedaba mejor fijada. Por eso, es posible adelantar que para Bello el estilo es la gran manera de fijar esas escrituras que son la gramática, el Derecho y la poesía, en orden ascendente de refinamiento. El estilo, por supuesto, no llegó a ser un estil-ismo. 2 Cuando inten- tamos subsumir a Bello en un -ismo , en uno de los que proliferaron a partir de su tiempo, no hacemos sino entenderlo con arreglo a con- vicciones muy duras que, históricamente, son de factura posterior. El supuesto neoclasicismo de Bello no es uno que se defina en con- traposición al romanticismo. Es la manera de, en su caso, escribir bellamente. No hay, en tal sentido, una conciencia sobreabundante 1 Alberdi ( 1944 , pp. 60 - 1 ). 2 Nuestro tiempo ve la historia filtrada por la época de los llamados “ismos”. Neoclasicismo, romanticismo, liberalismo, conservadurismo, realismo, socialis- mo, comunismo, nacionalismo, fascismo, neoliberalismo, al punto que se habla de catolicismo, de protestantismo, e incluso cristianismo como si constituyesen, estos tres últimos, “ismos” equivalentes a los primeros. El carácter de “ismo” es- conde elementos esenciales en los asuntos a que alude y genera una especie de interparidad de “ismos”.

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